Touya Todoroki quiere morir.
Y no quiere cualquier muerte. Quiere una linda, una en donde sepa que sus últimos días fue feliz y fue amado, como siempre quiso en sus largos y tristes veintiocho años.
Quería ver el amanecer, la puesta de sol, como los colores pasaban de lindos azules y blancos a morados, rojos y a veces rosas.
Quería sentirse vivo.
Quería sentirse amado.
Miró el cielo y después a la persona que se encontraba sentado junto a él, los ojos verdes se encontraban admirando el cielo con tonos morados y rojizos, miró a Touya y este sonrió.
El corazón del mayor comenzó a latir con un poco más de rapidez, intentó tomar la mano del chico pero pensó que tal vez lo rechazaría, que se alejaría como todos los habían hecho y que lo dejaría solo.
Izuku se rió, cerró sus ojos y se recargó en el hombro de Touya, las mejillas del pálido se tornaron rosadas como el cielo y sonrió, su corazón ya estaba palpitando como cuando estaba pequeño, antes de que comenzara el infierno.
— Touya.
— Mhm.
El peliverde miró al ojiazulado, sonrió mientras sus mejillas se coloreaban de rojo y le robó un beso.
Sintió los esponjosos labios del menor en su boca y pasó sus manos por las mejillas pecosas, sonrió y profundizó el beso. Las manos de Izuku pasó por detrás de la nuca de Touya y lo acercó más a su cuerpo.
Se separaron lentamente, se miraron a los ojos, Todoroki lo abrazó y escondió su cara en el hombro de Midoriya. Pudo sentir las manos del peliverde en su espalda y poco a poco comenzó a liberar el peso.
Sus ojos comenzaron a lagrimear, empezó sollozar mientras Izuku besaba sus mejillas.
— Todo está bien... Estoy aquí...
El peliblanco lo abrazó más fuerte, las manos de Izuku hizo que lo mirara a los ojos y volvió a besarlo, está vez con tranquilidad, saboreó las lágrimas en su boca y pasó su lengua por los labios de Midoriya quien felizmente lo recibió en su boca.
Las manos del menor secaron la húmedad, besó la frente del mayor y entrelazó sus dedos con los de él.
— Te amo.
Touya Todoroki quiere morir.
Quiere una muerte linda y hermosa.
Miró a Izuku, acarició sus mejillas y volvió a besarlo, y lo abrazó con suavidad. Una sonrisa se formó en su rostro y besó el cuello del menor.
— Te amo más.
Una muerte en donde el sol tocaba su piel con suavidad, en donde el pasto estaba más que vivo y las pecas fueran las estrellas en una noche hermosa.
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