Las luces de los postes decoraban la carretera, la lluvia bañaba sus pieles y los hacía sentirse frescos en esas noches calientes de mayo, las risas de ambos chicos les hacían recordarse mutuamente que huir de la ciudad que los había acogido hacía otro lugar estaba realmente mal.
Pero, ya no tenían razones para seguir Japón. Ya conocían todo de ahí: a su gente, sus hermosos atardeceres, sus lindos árboles, todo.
Katsuki lo había rechazado y Rody prometió que estaría ahí cuando el tipo lo hiciera.
“Vámonos juntos a Otheon”
Izuku se detuvo un momento, el castaño tenía una sonrisa en su bonito rostro bronceado y miró al chico frente a él, el peliverde tomó su mano y se acercó a la ropa húmeda de su amigo, Soul lo abrazó y comenzó a acariciar sus cabellos verdes.
— Gracias.
Rody se alejó un momento de él, subió sus manos a su rostro y de un abrir y cerrar de ojos, los labios del castaño estaban sobre los del pecoso.
Midoriya se dejó llevar aún sabiendo que podía lastimar a la única persona que estuvo para él, pasó sus brazos por los hombros del más alto y se alejaron un momento.
— Sé lo que estás pensando, héroe, y aunque me hagas daño, este idiota siempre te seguirá.
Volvieron a besarse, esta vez Izuku comenzó a llorar y tomó el rostro de Rody para profundizar más el beso.
La lluvia camuflajeaba las lágrimas saladas del pecoso pero aún así el castaño podía saborear la tristeza del amor de su vida, lo abrazó con más fuerza y se separó de él, limpió sus mejillas húmedas y besó su frente.
— Espero que te guste el clima de Otheon, Izuku.
El menor rió, tomó la mano de Rody y este besó el dorso, lo abrazó una vez más y ahora comenzaron a caminar.
— Me gustará si estás conmigo.
El castaño sonrió, vieron que el cielo comenzaba a despejarse y la Luna los saludaba con su hermosa luz blanca, los ojos grises bajaron un poco y pudieron ver como esa linda luz bañaba el cuerpo de Midoriya.
Sabía que Katsuki Bakugo era un idiota.
Pero le alegraba que lo fuera.