Phantom

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— ¡Quita la puta mano de ahí! ¡No hay nada!

El rubio comenzó a llorar, soltó la mano de su omega y el peliverde lo miró para después subir su mano a su estómago, acarició con suavidad y también comenzó a llorar.

Habían intentado de todo pero simplemente no aparecia el pequeño frijol que tanto deseaban, por más que lo intentaran, jamás tendrían la posibilidad de tener un bebé.

Izuku protegía su estómago como si un cachorro estuviera desarrollándose en su útero, que estaba creciendo y formando sus pequeñas partecitas, que dentro de nueve meses podría ver a su madre y a su padre, que sería amado como el primer día.

Pero no había nada.

Los días pasaban y los síntomas se hacían más fuertes, tenía nauseas en las mañanas y los antojos se hacían peores, haciendo que se despertara en la madrugada para comer algo.

Al segundo mes, Izuku dejó de sentir su conexión con Katsuki, sabía que el alfa ahora se encontraba con alguien más, quien sí podría darle un cachorro. Quien sí podría heredarle sus genes. Quien sí podría cargarlo y amarlo.

El pecoso tomó el encendedor, se quitó su playera y se miró al espejo, la marca de la mordida comenzaba a desaparecer y sintió ese movimiento inexistente en su vientre, cerró sus ojos y comenzó a pasar el encendedor por la mordida. El dolor ya era pasable ya que la conexión ya estaba más dañada.

Si se iba, podría hacer feliz a Katsuki dejándolo en libertad y también si se iba, no tendría que ver como Katsuki era feliz con su nueva pareja.

— Lo siento cariño, te amé desde el principio y lo seguiré haciendo.

. . .

La culpa y el arrepentimiento hizo que volviera a casa, que su omega también lo estaba pasando mal e incluso peor que él, que habían perdido a más de dos cachorros y su primer embarazo fantasma.

— Estoy en casa...

Respiró profundamente esperando con ansias oler la angustia de su pareja, se había ido un mes con un omega pero se dió cuenta que no sería igual que con su amado Izuku, que no toda la vida se trataba de tener cachorros.

Vió polvo en los muebles y su corazón comenzó a palpitar más rápido, su alfa comenzó a llamar a Izuku pero quien contestó fue otro omega, pidiéndole que regresara a casa.

Corrió hasta el baño, la ropa sucia de Izuku había desaparecido, corrió hasta su recámara y la ropa limpia de su omega ya no se encontraba en su lugar.

— No, no, no...

Sintió su celular vibrar en su bolsillo, lo sacó rápidamente y vió el nombre de Ochako Uraraka en la pantalla, con rapidez contestó y tragó saliva, limpió sus lágrimas y apretó sus puños.

— ¡Uraraka! ¡Dime donde-!
— Katsuki...

Su cuerpo tembló por el tono de voz de la beta, sintió que sus lágrimas volvieron a salir de sus ojos y mordió su labio para no dejar salir ningún sollozo.

— Bakugo-kun... Quieren que reconozcas su-

La fuerza del alfa hizo que el móvil se rompiera en pedazos, cayó al suelo de rodillas y comenzó a sollozar, sus gritos salieron de lo profundo de sus pulmones y su alfa estaba rasguñando las paredes en busca de su omega.

. . .

Los ojos rojos miraron hacía abajo, sus mejillas se encontraban secas de tanto llorar y su garganta se encontraba seca de tanto gritar, miró la horrible unión en forma de “T” a lo largo de su pecho hasta su pelvis, terminando con una línea recta en sus clavículas.

— Lo siento Bakugo-san, tuvo una recaída en medio de la calle y murió debido al frío.

Katsuki miró hacía arriba, miró al forense quien ya se encontraba cubriendo el cuerpo de su omega con una manta, Kirishima puso su mano en el hombro de su mejor amigo y Kaminari tomó la mano de su alfa pelirrojo, ambos se encargaban de que Bakugo comiera bien y se tomara un baño.

— Los médicos intentaron salvar al bebé pero estaba muy débil, lo siento mucho por su perdida.

Los ojos rojos miraron al forense quien ya se encontraba saliendo de la morgue, nuevamente miró a su amado y comenzó a sollozar con más fuerza, Eijiro y Denki lo abrazaron mientras comenzaban a sollozar también al ver a su mejor amigo así.

𝗢𝘂𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora