El sonido de la mochila caerse al suelo hizo que el peliverde saliera de su trance, vió como el rubio estaba mirando a Tsuyu y después le decía algo, la chica le agradeció mientras Ochako miraba desde la puerta, le sonrió a su amiga peliverde y eso hizo que el estómago de Izuku se revolviera.
Observó los movimientos de Katsuki y este lo miró, lo miró con asco y después aventó su mochila, golpeando al pecoso con ella.
— ¿Qué miras, nerd?
Midoriya sonrió, quitó la mochila de Bakugo y sintió sus ojos humedecerse, sintió una mano en su hombro y miró hacía arriba, Sero lo miraba con una sonrisa mientras este le devolvía la sonrisa.
. . .
— ¡Bakugo-kun cargó mi mochila!
— ¡Bakugo me pidió mi desayuno!
— ¡Bakugo-san me ayudo a mi tarea!
Midoriya apretaba sus bolsillos y apretaba sus ojos para que ninguna lágrima saliera, intentaba tranquilizarse respirando profundamente.
Todas gustaban de Katsuki, y Katsuki coqueteaba con todas.
Chocó con alguien y rápidamente abrió sus ojos, los verdes ojos se elevaron hasta los rojizos y sintió que sus ojos se bañaban por las oleadas de sus lágrimas.
Pero ninguna cayó al ver que Katsuki tenía la mochila de una chica de la clase B, sonrió y susurró un lo siento mientras se alejaba de Bakugo.
— Fíjate por donde caminas, inútil.
— Sí... Lo siento Ka- Bakugo-kun.
Los ojos rojizos se abrieron con rapidez, observó como el peliverde comenzaba a alejarse y tragó saliva, siguió caminando hacía el salón B y su estómago se revolvió.
. . .
— Ne, Midoriya, ¿qué harás hoy?
El pecoso miró al azabache y sonrió, siguió metiendo sus cosas a su mochila. Sero sonrió y eso hizo que las pecas de Izuku nadaran en un color rosado.
— Pues... Nada, supongo, ¿por qué?
Midoriya terminó de meter sus cosas y colocó su mochila en uno de sus hombros, el de ojos negros tomó su mochila y se la puso en su hombro, Izuku se quedó mirando algunos segundos y se sonrojó más.
— ¿Qué haces, Sero-kun?
— Ya te dije que me llames Hanta.
El peliverde asintió, comenzaron a caminar fuera del salón y los ojos negros miraron a los ojos rojos quienes lo estaban matando con la mirada, Hanta sonrió y le guiñó un ojo.
. . .
— Midoriya, sal conmigo.
Tenya y Shoto pararon de comer, miraron rápidamente a Izuku quien no podía pasarse su bocado por la sorpresa, el oji esmeralda se sonrojó como habitualmente lo hacía frente a Hanta y el chico se sentó frente a él.
— ¿Es una broma?
— No, me has gustado desde siempre y pensé que ya lo sabías, pero supongo que no era así.
Izuku seguía rojo y después sonrió, asintió y Sero comenzó a saltar de la emoción, sin importarle que las demás personas vieran, el pecoso lo detuvo y tomó su mano.
. . .
— Así que... Todo este tiempo... ¿Eras caballeroso porque te gustaba?
— ¡Bingo!
Izuku rió, sintió los brazos del chico delgado y escondió su cara en su pecho, el otro chico dejó un beso en su cabello verde y miró hacía arriba, Katsuki llevaba la ropa de otra chica y apretó sus puños, siguió caminando mientras Sero sonreía con malicia.
— Ne, Izucchan.
— ¿Si?
Sabía que Katsuki estaba mirando desde la lejanía, porque donde estaba Izuku, él se encontraba.
Como un ex psicópata que hirió a su pareja y aún así se atreve a querer marcar territorio.
Dejó un corto beso en los labios del más bajo, sintió los brazos de Midoriya en su nuca para atraerlo más a él y el pelinegro bajó sus manos a la cintura del peliverde mientras este sonreía entre el beso.
Él le había ganado a Katsuki.
. . .
— Eres una mierda de amigo.
— ¡Ja! Lo dice el idiota que prefirió hacerle la vida imposible a la persona que le gustaba, siendo caballeroso con las demás chicas para que se diera cuenta de la diferencia, que siempre sería una mierdita con él pero con las demás no.
Katsuki apretó sus puños, Hanta le sonrió y acomodó su corbata y su camisa blanca, se acercó al rubio y suspiró.
— Eres un tonto con el amor, lo sabes, ¿verdad, Katsuki?
— Pensé que funcionaría... Que si lo trataba normal se daría cuenta que era especial...
Sero comenzó reír, se estiró y mostró un poco de su piel de su abdomen marcado y Bakugo apretó más su puños, que comenzaban a tornarse blancos por la fuerza.
— Debías ser caballeroso con él, no con las demás, idiota. Hasta Kaminari entendería. Pero veo que... El más idiota es otro.
Hanta le sonrió, tomó la mochila de Izuku y la de él y sonrió, miró a Katsuki de arriba hacía abajo y volvió a carcajear.
— Pero te debo una, hermano, ahora sí puedo ser feliz con Izuku, porque, bueno, yo sí se tratar a la persona que me gusta como un caballero y no como... Tú.
El azabache se fue del salón riéndose, dejando a un Katsuki completamente apenado, enojado y con su plan de cortejar al peliverde hecho trizas.
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Katsuki es pendejo. Es todo lo que puedo decir.
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