Slow

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La brisa era cálida, había nubes en el cielo negro que querían llorar, las olas del mar acompañaban el hermoso silencio, manos frías recorrían el cuerpo pecoso mientras el joven besaba con delicadeza el cuello pálido, con cuidado se no rasgarlo, no romperlo, no hacerle daño.

Se levantaron del suelo, sintieron la arena en sus dedos mientras el pelinegro tomaba las sandalias de su esposo, tomó la mano de Izuku quien estaba sonriendo.

Estaban en su luna de miel pero parecía más su primera cita, roces delicados, cuando se miraban les daba pena, sus manos sudando.

Dabi le abrió la puerta a su marido, el chico se subió al asiento del copiloto y se colocó el cinturón de seguridad, las manos pálidas llenas de tatuajes cerraron la puerta y rodeó el carro para subirse al auto también.

“¿A dónde quiere ir, Señor Izuku Todoroki?”

El peliverde sonrió, tomó la mano del pelinegro y entrelazó sus dedos con los de él, ambos se sonrojaron y suspiraron como adolescentes.

“A donde sea”

El mayor encendió el auto, arrancó despacio y comenzó a conducir.

Izuku podía ver como el mar cada vez más se alejaba y ahora observaba como los faroles aparecían, adornando la carretera.

La mano pálida se acercó a la radio, la encendió y una bonita melodía decoró el ambiente, estaban cansados de tan largo pero maravilloso día.

Touya había cumplido su sueño de poder casarse con Izuku aún con un montón de obstáculos y adversidades, su padre no soportaba el hecho que fuera gay, su padre lo sacó de su casa y prácticamente era pobre y no tenía donde dormir.

Se refugió en las drogas y comenzó a delinquir, todo se estaba yendo por el caño. ¿Lo peor de todo? Su familia nunca lo buscó, tal vez ni siquiera se les ocurrió hacerlo.

Hasta que conoció a Izuku, un doctor que siempre estaba pestañeando porque no había dormido nada en mucho tiempo.

Era noche esa vez, unos idiotas le habían dado una paliza y un señor mayor lo encontró casi muriendo, lo ayudó a meterse a su auto y como pudo lo llevó al hospital.

El peliverde lo observó con esos grandes ojos verdes, le limpió sus heridas y le dió algunos analgésicos para aliviar el dolor, Dabi, como le habían apodado en el bajo mundo, estaba maravillado con el hermoso chico frente a él.

Después de algunas cuantas horas, abrió los ojos, el hermoso chico verde era producto de la cocaína que había consumido.

Pero no, apareció de nuevo, y era aún más hermoso.

“Usted tiene suerte”

“Sí, la tengo”

Izuku sonrío amigablemente, observó sus heridas y quitó las gasas para cambiar a otras limpias y poder engrapar la piel morada por los golpes.

“Me alegra que esos tipos no lo hayan golpeado en la cabeza porque ya no estaría hablando con usted ahora mismo”

“¿Debería sentirme especial?”

Izuku terminó de limpiar sus heridas, lo miró a los ojos y el cerebro drogadicto de Dabi sabía que su lugar sería estar junto a Izuku.

Y eso hizo.

Consiguió un empleo, dejó de robar, los primeros meses sin drogas fueron un maldito infierno pero pudo lograrlo gracias a su fuerza de voluntad y el loco amor hacía el médico bonito.

Ganó dinero, más de lo que se imaginaba pero menos de lo que ganaba su Izuku.

Quiso meterse de nuevo a la Universidad pero no tenía el suficiente dinero y tampoco quería terminar la carrera en donde todo el infierno comenzó.

𝗢𝘂𝗿𝘀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora