Unnamed idea 4

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La psicología dice que las personas no nacemos con miedo, que durante la infancia y con los momentos menos indicados, se activa en nuestro cerebro la palabra miedo.

Pero, ¿qué es el miedo?

En una vista filosófica, una de a las definiciones –que Sócrates ofreció– es cuando asevera que el miedo no es más que la idea de un mal inminente, Aristóteles “complementa” esta definición diciendo que el miedo es la expectación del mal.

Y en una vista psicológica, es lo mismo, pero se escucha más feo cuando tu psicólogo te lo está diciendo, explicándote todo mientras tú estás en tu asiento temblando porque todo lo que está contando es lo mismo que te está sucediendo.

Tal vez el miedo inició cuando escuché el estruendo de un relámpago, ver caricaturas con personajes que te ponían la piel de gallina, estar mucho tiempo solo en la oscuridad.

Ver como tu padre te abandona a ti y a tu madre por tu culpa, escuchando como la culpa se mete a tu cabeza y juega con tu mente, creando un bucle que sólo quieres parar.

El vómito volvió a salir de mi boca, los paramédicos tumbaron mi puerta mientras yo sólo podía ver los ojos cansados de mi madre, sonreí y otra ola de vómito cayó en mi regazo, manchado todo a mi alrededor.

“Lo sé mamá, también estoy cansado”

Mi mente daba vueltas, los doctores me pusieron en la camilla y sentí como si mi cuerpo estuviera flotando, mis ojos cerrados sólo podían distinguir las siluetas y las luces.

Mi estómago estaba revolviéndose, iba a vomitar otra vez.

Mi cuerpo intentaba eliminar todo rastro de las pastillas, un intento tonto ya que me había tomado un bote y medio.

Sólo era cuestión de tiempo para dejar de sufrir y dejar de tener miedo.

Miedo al rechazo. Al abandono. A la idea constante de que todos te abandonarían. Que eras reemplazable.

Porque, vamos, soy reemplazable. Izuku Midoriya es reemplazable.

Papá me reemplazó. Mamá me reemplazó. Mis amigos me reemplazaron. Mi propio novio me reemplazó.

Sentía el sabor asqueroso en mi boca. Miré hacía a un lado y observé a las enfermeras abrir mi ropa con unas tijeras, tal vez olía tan asqueroso que simplemente me quitarían todo y lo aventarían por la ventana.

Los recuerdos de Katsuki besando a un chico hicieron que la tercera oleada de vómito saliera de mi boca, las enfermeras me sentaron para no ahogarme con mi propia mierda y suspiré.

— Voy a morir, ¿cierto?

Negaron. Suspiré.

Debían decir que sí.

Sólo era cuestión de tiempo.

— ¿Alguna vez tuviste miedo?

Miré a un paramédico, asentí y sentí que poco a poco mi cuerpo se relajaba gracias a las pastillas para dormir.

— Papá me pegaba con un cinturón viejo, mamá me golpeaba por orinarme cuando me dejaba en la oscuridad, Kacchan me terminó por no ser suficiente, mis amigos me dejaron por alguien más listo, más lindo y con menos probabilidades de muerte.

Escuché entre sueños que las sirenas de la ambulancia dejaron de sonar, la camilla se movió con rapidez y los gritos comenzaron a oírse.

Mamá no estaba.

Tampoco papá.

Mucho menos Kacchan.

No había nadie para mi.

Iba a morir solo. Tenía miedo a morir solo.

Nadie me recordaría.

“¡Necesitamos lavarle el estómago! ¡Ya!”

Oh. No lo hagan. Déjenme morir.

Todo va a estar bien Izuku.

. . .

— Soy Touya.

Giré mi cabeza levemente y observé las muñecas y las piernas del chico con vendas, tenía cortadas en las mejillas y una sonrisa en su rostro.

— Tu corazón luchó mucho, ¿sabes?

Cerré los ojos, me sentía como la mierda.

Era una mierda probablemente.

No, no probablemente, ERA una mierda.

— No soy la persona indicada para preguntar esto pero, ¿qué te hizo hacerlo?

— Miedo.

Dolor. Abandono. Rechazo.

— ¿Y tú? ¿Qué pasó contigo?

El chico peliblanco me miró, sonrió y tomó una de mis manos mientras hacía una mueca de dolor. Sabía que eran esas muecas.

Las cicatrices se atoraron con la venda, haciendo que se jalaran.

— Me pregunto lo mismo. Supongo que es porque no soy feliz aquí.

Te entiendo.

Sonreí.

Me sentía cansado. Casi como si hubiera corrido.

— ¿Cómo se siente?

— Debo preguntarte lo mismo.

Ambos reímos. El chico entrelazó sus dedos con los míos estaban fríos. ¿Estábamos muertos?

— Adrenalina.

— Miedo.

Lo miré, él se quedó mirando sus brazos y después a mi, sus ojos azules tenían lágrimas y yo sólo apreté su mano.

— Ya estaba mareado y le hablé a mi hermana mayor, ella rápidamente marcó a la ambulancia mientras lloraba, mi madre me tomó y me cubrió con mi pijama.

— ¿Y tú papá?

Touya sonrió, limpió sus lágrimas y acomodó su frente en mi estómago, hice una mueca de dolor pero era pasable.

— Nos abandonó.

Claro.

— Lo siento Touya.

— Lo siento también... Em...

— Izuku.

Sonreímos y observamos como una chica peliblanca con mechones rojos y un chico de cabellos rojos y blancos entraban al cuarto.

Suspiré.

— Nos vemos luego Izuku. Un gusto conocerte.

Asentí.

Sí.

🍃🍃🍃

Por cuestiones legales, esto es un meme.

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