Lo Que Deseas

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Su cuerpo se sentía más ligero que de costumbre, podía verse a sí mismo más pequeño mientras corría sin rumbo por algún lugar que no recordaba, comenzaba a desesperarse mientras corría, tenía miedo a medida que avanzaba y no entendia que pasaba con él, sus pies eran pequeños, sus piernas cortas, era su cuerpo, pero el cuerpo de su yo de seis o siete años. Cada pasado que daba era aún más pesado y podía escuchar una voz que lo llamaba, frente a él se encontraba un niño azabache, lo esperaba con una sonrisa ladeada cerca de una árbol, comenzó a sentir su corazón acelerado y una felicidad desbordante en su interior.

-Damien Damien Damien...he llegado...he llegado a tiempo - Dijo el pequeño rubio casi sin aliento con una sonrisa postrándose a los pies del azabache, estaba físicamente agotado.

- Lo sé y te daré un premio por eso - Afirmó el azabache arrodillándose en el suelo frente al menor.

-¿Un premio? - Sonrío- ¿Ganaré un premio? Estaré muy agradecido de lo que sea que lord Damien me de.

-Pip - Alzó la voz - No me digas Lord.

-Pero...pero dijo que era de la realeza -Exclamó con nerviosismo agachando la mirada.

-Pip -Le alzó un poco el rostro sujetando su barbilla - Eres el único que puede llamarme como desee, pero nunca estarás por debajo de mí, así que jamás te refieras a mi como alguien superior a tí. - Sonrío.

-No lo haré...no haré nada que haga infeliz a Damien - Sonrío.

-Bien - Tomo la mano del rubio y le entregó un anillo de oro blanco con un rubí incrustado - Este es tu premio.

-¡Aww! Es muy bonito Damien - Afirmó asombrado - ¿Qué es? Nunca vi algo así...aunque se parece al de mami. - Tocaba la pequeña gema en el anillo.

-Es un tesoro - Señaló el rubí - Es un tesoro muy importante que quiero que guardes.

-¿Un tesoro? Pero - Miró al azabache - ¿Por qué me das algo así?

-Lo sabrás cuando sea el momento - Afirmó poniéndose de pie- Y no lo pierdas o serás castigado.

-No lo haré - Afirmó- No fallaré lord Damien...Perdón ...Damien.

-Vamos Pip - Le ofreció su mano - Vamos a casa.

-¿Casa? - Exclamó el rubio pero de pronto la imagen del azabache comenzó a desvanecerse junto con todo el entorno - Espera Damien...Damien...No te vayas.

-Esta es tu casa ahora maldita basura - Afirmó una mujer que apareció frente a él con un cinturón de cuero en sus manos.

-¿Mi casa? Pero mis...¡AHH! - Fue callado por un latigazo en su pierna.

-CALLA - Golpeó nuevamente al pequeño rubio - No hable cuando yo no te lo diga.

-¡Ahh! Duele...Por favor...deténgase...se lo suplicó - Dijo el pequeño rubio, pero la mujer continuaba golpeando repetidas veces su frágil cuerpo con el cinto de cuero.

Todo se volvió oscuro, sentía dolor en su cuerpo y el rostro de aquella mujer lo atormentaba mientras lo lastimaba con aquel cinto de cuero, su cuerpo era un poco más grande pero era frágil y delgado, semejante a un cristal a punto de romperse. Comenzó a arrastrarse hasta la ventana suplicando por ayuda, pero no había respuesta, sintió como la oscuridad comenzaba a absorberlo por completo, sintió tanto miedo que comenzó a desesperarse, quería salir de ahí y escapar lo más lejos posible con la única persona con la que deseaba estar, no dudó en gritar su nombre y rogar por su presencia.

HELLO ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora