Ruptura

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Una fina puerta de caoba decorada con flores estaba frente a él, el resto era oscuridad absoluta dando a entender que aquella puerta, era su único medio de escape. Al abrirla, su cuerpo ya no era igual, sus manos se veían pequeñas y frágiles, sé sintió diferente y aquel lugar, le causaba repulsión. Lucía como cualquier habitación de hotel, pero de un aspecto antiguo, tal vez renacentista o colonial, por alguna razón se veía costoso y alguno vacío, claramente no era un lugar para hospedarse por más de unas horas. 

Dio un breve recorrido, su mente sé sintió firme y confiada, mientras su cuerpo temblaba sin parar, se acercó a un gran espejo ubicado en una esquina del lugar y al ver su reflejo, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, era él o una versión más joven de él, tendría unos nueve o diez años, lucía un camisón blanco algo desgastado, moretones en ambas muñecas, cuello y rostro, unas pronunciadas líneas rojizas alrededor de sus ojos, como si llorar fuera parte de su rutina constante. De pronto cayo al suelo, se volvió espectador dentro de su propio cuerpo, vio como esa versión de él, lloraba y golpeaba el espejo mientras rogaba por ayuda, gritaba el mismo nombre una y otra vez, pero no alcanzaba a descifrar quien era.

Se comenzaron a oír pasos provenientes del exterior, esa versión de él temblaba aún más que antes, sintió la necesidad de esconderse, pero algo le decía que era imposible escapar de allí, como si aquel sufrimiento fuera parte de su rutina. La puerta se abrió y tras ella, un hombre adulto de aspecto repulsivo entro, su rostro era borroso, pero su sonrisa reflejaba un deseo lascivo en su interior. El hombre se acercó a él, a esa versión frágil de él, lo sujeto con fuerza del brazo y a pesar de su intento de oponer resistencia, fue arrojado sin piedad en aquella cama, se sintió asqueado al sentir manos ajenas recorrer su cuerpo con deseo.

- Pagué por ti, deja de quejarte - Exclamó el hombre, volteándolo con sobre la cama. 

Su rostro presionado sobre la almohada mientras su cuello era sujetado, sentía que perdía la consciencia o deseaba hacerlo, sentía tanto dolor que la cantidad de lágrimas derramadas no eran suficientes para expresarlo. La violencia ejercida sobre su pequeño cuerpo era exagerada, sentía dolor, miedo y repulsión, nuevamente comenzó a rogar por ayuda, el nombre mencionado anteriormente volvió a surgir, pero esta vez era sutilmente pronunciado a través de sus rotos y resecos labios, como si sus palabras fueran su último bocado de esperanza. Esta vez alcanzo a descifrarlo, a pesar de todos sus esfuerzos por escapar de aquella pesadilla antes de presentar tan espantoso acto de violencia, su oportunidad solo surgió luego de pronunciar aquel nombre.

- ¡DAMIEN! - Gritó, levantándose bruscamente  de la cama.

Phillip estaba confundido, había despertado de aquella pesadilla, más que despertar, sintió que había logrado escaparse de ese infierno, se sentía tan real. El miedo comenzó a apoderarse de él, lloraba desconsoladamente, abrazando sus piernas sobre la cama, llamaba a Damien, rogaba porque el azabache apareciera por la puerta. Sentía miedo de abrir la puerta y encontrarse con una escena parecida a la de su sueño, deseaba tanto estar con Damien, sabía que se encontraba en la habitación de este y que probablemente, el azabache estuviera ocupado con su banda, pero deseaba que abandonara todo y regresara a sus brazos.

- Ese no era yo... no era yo... yo no ... No era yo - Se decía a sí mismo, tratando de calmar a su agitado corazón.- Por favor Damien, regresa... Te necesito - Rogó sujetando con fuerza el anillo que este le había otorgado.

- Phillip - Exclamó el azabache apareciendo de pronto en la habitación con un aro de fuego a su alrededor. Su rostro reflejaba miedo y dolor, ver a su amado así lo aterraba.

- Damien, tengo miedo - Afirmó entre lágrimas, estirando los brazos hacia él - Por favor... No me dejes Damien... Por favor.

El azabache se acercó y lo abrazo con fuerza, sentir como el cuerpo de su amado temblaba de miedo lo estaba destrozado, sentir sus lágrimas caer sobre su hombro cargado de dolor, era como sentir un puñal atravesar sus entrañas. Damien sabía la razón de estas lágrimas, sus recuerdos, sus recuerdos estaban regresando a él, era parte de su memoria que jamás debía recuperar comenzaba reconstruirse en su interior. Su padre le había dicho que estas aparecerían tan pronto como ambos estuvieran juntos y él se sintió listo para afrontarlo, pero la realidad superaba todas sus expectativas, nunca estaría lo suficientemente preparador para ver a su ser amado recordar todas esas horribles experiencias que sufrió por su culpa.

HELLO ESCAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora