Sally
Mi cuerpo entero se siente tenso, mis respiraciones son pesadas mientras mi mente me repite todas y cada una de las razones por las que no debo de hablar. Razones por las que él no puede saber la verdad.
Pero no hay manera de ocultárselo, si no es por mí, va a terminar por odiarme. Antoni ya sabe lo suficiente, con las palabras pronunciadas hace apenas un par de minutos, he dicho más que en toda mi vida.
—Conocí a alguien antes de mi cumpleaños número dieciocho —cierro los ojos mientras tomo una corta inhalación.
Mi mente no se calla, no deja de decirme que esto es un error. Me repite una y otra vez que debo escuchar a mi cerebro, que toda la mierda que he pasado es porque no lo he escuchado antes, pero Antoni me importa lo suficiente como para no querer que me aparte.
—Fue lindo, al inicio —bajo la vista por unos momentos, intentando armarme con esa valentía que me ha acompañado siempre—me avergüenza admitir que nunca tuve una figura paterna, que nunca conocí lo que es el amor de un padre. Me avergüenza decir que mi madre, a pesar de ser una mujer maravillosa, nunca lo fue lo suficiente valiente como para alejarnos de ese hombre.
Mi voz tiembla cuando los recuerdos se entremezclan, la amargura vuelve a mi sistema, a mi pecho, intentando adueñarse de mi corazón.
—Mi padre fue un monstruo, Antoni, y me alegro tanto de que esté muerto —las lágrimas me nublan la visión —desgraciadamente murió mucho después de orillar a mi madre a su muerte. Así que mi vida desde que mamá murió fue un completo infierno.
Me tallo los ojos, eliminando las lágrimas para intentar recomponerme.
—Ya no tenía a mi madre para desquitar su enojo y mostrar la bestia que era, así que lo hacía conmigo —las uñas se me clavan en las palmas de las manos, una sensación ardorosa se apodera de la zona, pero no se compara en nada con la que experimento en mi interior.
Antoni se mantiene en silencio, no dice una sola palabra, pero sé que está escuchando. Sé que lo hace y que presta atención a cada cosa que digo.
—Así que cuando lo conocí y él me ofreció toda una vida de encanto, no dudé en irme con él —suelto una risa amarga —porque la vida que me ofreció, era un cuento de hadas, era una vida de princesas, su atención, su amor, su afecto...todo en él era encantador.
Tomo una inhalación, permitiéndole a mis pulmones tener un poco de oxígeno.
—Es un empresario —aprieto los dientes, rehusándome a pronunciar su nombre—es diez años mayor, así que yo estaba por cumplir los dieciocho, y él casi los treinta. Fue perfecto, me creó la ilusión de toda una vida, llena de vestidos, joyas, dinero. De eventos con altas sociedades, con políticos reconocidos, de viajes, todo con él era...tan mágico que me sumergió con rapidez en su mundo. Fue tan atrapante que no me di cuenta en que momento bajé tanto la guardia, en que momento borré mis propios límites, y dejé de ser yo.
Me limpio las lágrimas, la respiración se me corta y cierro los ojos. La distancia que Antoni parecía haber creado entre nosotros desaparece en el segundo en el que siento su mano en mi espalda baja.
Su tacto cálido me envuelve, la protección que él me hace sentir me atrapa, dándome lo necesario para continuar.
—Comenzó de a poco que ni siquiera me di cuenta de que estaba sucediendo. Fueron pequeñas cosas, fueron tan diminutas que fue fácil pasarlo por alto. Primero fue la ropa, que no era adecuada, luego el exceso de maquillaje, que los vestidos eran muy ajustados, que mis sonrisas no eran lo suficientemente encantadoras, que mis modales no eran los adecuados.
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Un desastre inevitable (SL #2)
RomanceÉl es un millonario fiel a un principio, no comprometerse nunca, ella es la niñera de sus sobrinos que ha renunciado al amor romántico. Antoni Lombardi nunca sintió la necesidad de asumir un compromiso, hasta que la conoció. Sally Rizzo estaba har...