2.- Vaya noche, vaya día.

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Antoni

Tuvieron que pasar cuarenta y ocho horas más para que sea capaz de resolver la falla del software, una pequeña falla en la interfaz que provocaba un error de comunicaciones en los sistemas.

Pero fue resuelta, y ahora la presión provocada por eso ha desaparecido por completo, cumpliríamos con la fecha de entrega establecida y sería todo.

—¿Qué tal si vienes esta noche a tomar algo? —inquiere Dexter—. Un amigo vendrá de visita a la ciudad, puedes unirte.

—No planeo ser entrometido en una reunión de amigos —afirmo—. Pero gracias por la invitación.

—Oh, vamos —insiste—. Deberías venir, luego de los días en los que has sido por completo un jefe tirano, lo mereces.

Sonrío de lado.

—Te enviaré la dirección —dice incorporándose del asiento—. Espero que vengas, te vendrá bien.

—Lo pensaré —él parece satisfecho con esa respuesta y solo entonces se marcha.

Miro la hora en la computadora, es cerca de media tarde y no parece haber necesidad de quedarme más tiempo. Tenía gente a cargo que podría resolver las cosas si algo se presentaba, y en realidad, no deseaba quedarme más tiempo aquí.

Apago la computadora y tomo mis cosas, me aseguro de no olvidar nada dentro de la oficina y salgo. Saludo a un par de chicos durante mi salida por el pasillo y para cuando llego a la entrada, mi auto ya espera por mí.

—Gracias —sonrío con amabilidad al encargado del parking y tomo las llaves.

El habitual silencio me recibe cuando llego a casa, dejo el saco colgado a un costado de la puerta y lanzo las llaves a la mesa del centro de la sala. Tengo un par de mensajes de Ángelo en la contestadora así que los reproduzco mientras camino a la cocina.

No dice nada importante, me recuerda un par de compromisos en los casinos, un par de eventos de gala en los cuales ambos debemos de estar presentes y casi ruega porque no los olvide.

Es gracioso verlo tan preocupado por algo que parecía antes detestar, lo cierto es que Ángelo ha creado un maldito imperio de los casinos, gracias a él los que formábamos parte de los casinos "Mía Regina", no tendríamos que preocuparnos nunca por el dinero.

El negocio se mantenía, y nos aseguraba una larga vida sin preocupaciones.

Le envío un par de mensajes asegurándole que lo tendré en cuenta y luego dejo el celular a un lado. Me preparo un par de sándwiches con lo que encuentro en la nevera y anoto en mis listas de pendientes que debo hacer el super, no quería quedarme sin comida.

Enciendo el reproductor de música mientras me muevo por la cocina, hay un par de carpetas en la barra, las reviso mientras muevo la cabeza al ritmo de la música que suena.

Son informes que debo terminar de revisar así que los llevo conmigo a mi habitación. Mantengo el sándwich en la mano mientras me deslizo a la cama con las carpetas sobre las sábanas.

—Puedo hacerlo después —aseguro dejando los documentos de lado.

Cuando termino de comer, miro la hora en el reloj. Dexter no dijo hora, y el pensamiento parece invocarlo porque justo en ese instante, el celular emite la notificación de un nuevo mensaje.

Lo abro, viene la dirección y la hora, faltaban un par de horas y el bar que ha indicado estaba a media hora de distancia, detesto la impuntualidad, tanto si yo la cometo como si alguien más lo hace, así que decido descasar un rato, y luego podría prepararme.

Un desastre inevitable (SL #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora