SALLY
Cuando era pequeña, mi madre solía contarme cuentos antes de dormir. Amaba escucharla hablar sobre princesas y príncipes, sobre reyes y reinas, hadas o criaturas mágicas, cualquier cosa que ella quisiera contarme.
Amaba escucharla decir los finales felices, esos donde, según ella, el amor era más fuerte que todo. Amaba esos momentos, hasta que papá entraba y comenzaba a gritar, a decir que eso no eran más que tonterías, hasta que las dulces palabras de mi madre eran sustituidas por los gritos de las peleas.
Mamá decía que los finales felices si existían, con todo mi pasado...comencé a dudar de sus palabras. Comencé a dudar de cada cosa que me dijo sobre el amor...hasta hoy.
Hasta que lo conocí.
—Eres la novia más hermosa —la voz emocionada de Daphne se escucha a mis espaldas.
Elevo la vista, encontrando su reflejo en el espejo.
—Gracias, Daph —susurro con emoción.
—No agradezcas —responde mientras baja de la plataforma en la que nos encontramos para poder admirar mi aspecto —luces como toda una reina con ese vestido, es precioso.
Observo los pequeños diamantes incrustados en la falda del vestido, es algo pesado, pero no lo suficiente como para impedirme el movimiento. El corsé se ajusta a mi cintura, casi como una segunda piel. Puedo respirar con normalidad lo que es un alivio, me siento tan cómoda y hermosa portándolo, me siento como una reina de esos cuentos de hadas que mamá solía contarme.
Cuando vuelvo la atención al espejo, el sentimiento de echarla de menos se intensifica. Sobre todo, hoy...el día de mi boda.
Antoni y yo somos demasiado impacientes, así que cuatro meses después de su propuesta, aquí estamos, preparándonos para nuestra boda. Preparándonos para el día en donde nos convertiremos en marido y mujer, el día en donde comenzaría nuestro "para siempre".
—¿Qué pasa, Sall? —inquiere Génesis entrando —¿está todo bien?
—Lo está —respondo parpadeando con rapidez en un intento de alejar las lágrimas, no deseaba arruinar todo el trabajo de los maquillistas.
Me acomodo el riso que cae a un costado de mi rostro. Mi cabello se encuentra recogido en un moño alto, la piel de mis hombros reluce y parece hacerlo más al contrastar con la tela blanca casi trasparente que forma las mangas del vestido.
El velo está sujeto por una especie de corona y cae por toda mi espalda como una cascada brillante, es largo, demasiado, y es completamente precioso.
Tomo una inhalación, elevando mis hombros con la acción y me planto con firmeza, mirando a la mujer que me devuelve la mirada por el espejo.
Una mujer que se siente distinta, alguien que ha tenido que pelear mil batallas, pero ahora está aquí, a punto de comenzar a vivir su fantasía.
—Es hora —la organizadora de bodas ingresa a la habitación —está preciosa, futura señora Lombardi.
Daphne suelta un chillido emocionado y yo la acompaño. La sonrisa que me dedica es de total entusiasmo mientras extiende la mano hacia mí para ayudarme a bajar de la plataforma en la que me encuentro.
El vestido es lo suficientemente largo como para permitirme usar zapatos cómodos, y no unas altas zapatillas como las que venían con el vestido.
—Damas, necesito que tomen sus puestos —dice la mujer —Sally, el señor Lombardi vendrá por ti en un segundo.
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Un desastre inevitable (SL #2)
Любовные романыÉl es un millonario fiel a un principio, no comprometerse nunca, ella es la niñera de sus sobrinos que ha renunciado al amor romántico. Antoni Lombardi nunca sintió la necesidad de asumir un compromiso, hasta que la conoció. Sally Rizzo estaba har...