Antoni.
Sally se mantiene acurrucada contra mi pecho. Llevamos varias horas despiertos luego de su confesión.
—¿Por qué no me lo dijiste? —inquiero.
—¿Cómo iba a explicar que estaba casada y huyendo? —cuestiona apartándose de mi cuerpo —no había forma de explicar algo como eso.
—Entonces...no es que no quieras casarte, es que no puedes —un ligero asentimiento es lo que obtengo como respuesta.
—Bueno, eso se soluciona fácil, dolcezza. —Ella suspira, se aparta un poco más de mi cuerpo y baja la vista.
—Un divorcio involucraría verlo —soy consciente de como su cuerpo se tensa, su espalda se pone rígida y no me sostiene la mirada —han pasado casi tres años, pero no creo estar lista para eso.
—Sabes que nada va a pasarte —aseguro extendiendo la mano hacia ella —dolcezza, ya no estás sola. Y los divorcios pueden solicitarse a la distancia, si tú quieres...podemos resolverlo. Tenemos abogados muy buenos en los casinos.
No responde, cuando eleva la mirada el miedo se refleja en sus ojos. La ira vuelve a mi organismo al darme cuenta de que ella realmente le temía a ese cabrón.
—Pero el sabría donde estoy.
—Si es que no lo sabe ya —le recuerdo —ahora que me has dado el nombre real, le pediré a mi equipo que lo rastree, si encontramos que está en Italia, será más sencillo hacer el trámite, podemos solicitar una orden de restricción.
—Me enviará a la cárcel, Antoni —dice aterrada —la orden de arresto seguramente sigue válida. En el segundo en el que reciba los papeles de divorcio, querrá llevarme de vuelta a california.
—No es algo que yo vaya a permitir.
—¿Y como vas a impedirlo si es migración la que ordena mi regreso? —exclama —¡No lo entiendes!
—Dolcezza...
—¡No! —grita incorporándose —No todo se resuelve con "trámites", Antoni. No puedes esperar que él firme los papeles y se olvide de mí. Casi lo asesino...le clavé un maldito cuchillo, hay cargos...hay...
—Y el intentó asesinarte primero —le recuerdo —fue defensa propia, lo hiciste para sobrevivir.
—Para este punto toda evidencia que pueda ayudarme seguramente fue borrada —susurra —Antoni...si él no está en Italia necesito que me prometas que no vas a buscarlo. Si él no ha estado cerca, no quiero que lo rastrees, no quiero que llames su atención.
—Sally...
—O juro que en el momento en el que lo hagas me iré —amenaza —tomaré un vuelo a cualquier otro maldito país y no volverás a verme.
Me incorporo de la cama, ¿está amenazándome?
—¿Esta es tu forma de agradecer todo lo que hago por ti? —inquiero con molestia —¿amenazando con abandonarme?
—Es mi forma de asegurarme que no vas a buscarlo.
Cierro los ojos obligándome a mantener a raya mis emociones, obligándome a ser ese hombre que utiliza la lógica y la razón.
—Vaya forma que tienes para agradecer —siseo —llevo intentando protegerte desde el segundo en el que te conocí y, ¿qué he obtenido de ti? Mentiras y más mentiras y no te atrevas a decir que no me pediste protección porque... ¿qué fue lo que hiciste cuando creíste verlo?
—Antoni...
—¡Me llamaste! —reclamo —me llamaste aterrada diciendo que te encontró, ¿cómo esperas que reaccione entonces? ¿Quieres que sea un maldito insensible al que no le importa que ese hijo de perra pueda dañarte?
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Un desastre inevitable (SL #2)
RomanceÉl es un millonario fiel a un principio, no comprometerse nunca, ella es la niñera de sus sobrinos que ha renunciado al amor romántico. Antoni Lombardi nunca sintió la necesidad de asumir un compromiso, hasta que la conoció. Sally Rizzo estaba har...