18.- Dos caminos, una misma dirección.

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Sally

Realmente nunca imaginé que estaría viviendo en un piso que se asemeja bastante a un pent-house.

Tampoco que estaría viviendo con un apuesto y sexi hombre que me vuelve loca cada que viste con esos elegantes trajes.

Antoni aparece en la cocina, se está abrochando los botones de las muñecas. La camisa blanca se ajusta de manera perfecta a su cuerpo, como si hubiese sido cocida especialmente para él. Tiene los botones superiores abiertos, y ahora caigo en cuenta de que pocas veces lo he visto usar corbata.

La tela se arruga levemente cuando los músculos de sus brazos se mueven, pero la acomoda de nuevo.

—El desayuno está listo —informo con una sonrisa. Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa, tiene la barba recortada y luce tan apuesto que por varios minutos simplemente permanezco mirándolo, admirando cada parte de él.

—Oh, que delicia —murmura cuando mira el plato que deslizo hasta él.

—Waffles con chispas de chocolate, crema de maní y fresas —señalo cada ingrediente —y café, preparado especialmente por mí.

—Eres un encanto —pronuncia —ahora sé porque nuestros sobrinos te aman tanto.

Trato de retener la sonrisa cuando él se refiere a sus sobrinos como nuestros. Opto por no decir nada, y simplemente tomar asiento frente a él.

—Es probable que me quede un poco más de tiempo en la oficina —dice mientras parte un pedazo del waffle para llevárselo a la boca —desearía no tener que trabajar en tu único día libre, pero no puedo quedarme en casa hoy.

—No hay problema —me encojo de hombros para restarle importancia —aún tengo que terminar de acomodar las cosas que Génesis enviará. Ella puede estar aquí para ayudarme, ¿verdad?

—Claro que sí —responde con una sonrisa ladeada —es tu amiga después de todo. Aunque siento que me detesta.

Me rio un poco cuando dice aquello. Sí, parece que Gen había desarrollado cierto desagrado por Antoni, según ella, le ha robado a su mejor amiga y compañera de piso. Casi se infarta al pensar que la dejaría de pronto, buscar compañeros de piso no era sencillo, y tuve que asegurarle hasta perder la cuenta que no planeaba irme para siempre.

—Solo está un poco celosa —vuelvo a elevar los hombros —ya sabes, te llevaste a su compañera de piso.

—Creo que puede perdonarme, ¿no lo crees? Después de todo solo quiero cuidar de ti —me dedica una sonrisa inocente lo que me hace reír un poco más.

Hace tres días que estoy viviendo con Antoni, tres días que prácticamente no pasé aquí, ya que tuve que volver a casa de Ángelo para cuidar de sus hijos. Mi maleta estaba ordenada dentro del gran armario de Antoni, pero aún faltaban las decoraciones.

Él había dicho que podía decorar el piso como mejor me pareciera, sin embargo, no quería abusar de su confianza y realizar demasiados cambios. Así que solamente me puse de acuerdo con Génesis para traer algunas de las decoraciones de nuestro departamento y sentir el piso un poco más acogedor.

Más de lo que ya lo es.

No hablamos demasiado durante nuestro desayuno, Antoni se lava los dientes apenas termina de comer y luego vuelve con el saco en mano.

Su figura luce mucho más imponente cuando se coloca el elegante saco negro y lo abrocha por delante.

—Recuerda que puedes llamarme siempre que lo necesites —me recuerda acercándose a mí.

Un desastre inevitable (SL #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora