Antoni
Llego a la casa de Ángelo a la hora indicada. Bajo de mi auto y camino hacia la entrada de la casa mientras me acomodo el traje.
Ángelo abre, no me sorprende ver la mirada de advertencia que me lanza. Le dedico una sonrisa divertida antes de abrirme paso hacia el interior.
—Nunca pensé que vería este momento —me molesta—No sé como sentirme al respecto.
—Estás haciendo un drama —resoplo mirando hacia las escaleras— ¿está lista?
—Lo está —dice con una sonrisa— no debe de tardar.
Como si las palabras de mi hermano hubiesen funcionado como invocación, las voces en la planta superior captan de nuevo mi atención. Daphne es la primera en aparecer y al igual que su esposo, me lanza una mirada antes de apartarse y dejarme verla.
Tomo una respiración profunda cuando mis ojos consiguen apreciarla. Lleva un bonito vestido negro ajustado. Un par de tacones en dolor dorado y el cabello en suaves ondas que le dan un aspecto natural.
Sus curvas resaltan de una manera en la que no la había visto antes, el vestido tiene unas pequeñas mangas que caen por los hombros, así que la piel de la zona es completamente visible.
El hueso de su clavícula y aunque quiera negarlo, la zona firme de sus pechos se adueña de mi total atención.
Está preciosa, tan radiante que no puedo evitar sonreír. No necesita de joyas extravagantes para impresionar, ni de vestidos de miles de dólares. Es como si por ella misma consiguiera atrapar toda la luz del sitio el que pisa.
No sé en que punto Ángelo y Daph desaparecen, dejándonos solos.
—Estás preciosa, Dolcezzca —murmuro con una sonrisa.
—Tú también luces apuesto —admite gesticulando una sonrisa.
—¿Nos vamos, madame? —le ofrezco el brazo y Sally se acerca hasta cruzar el suyo por la curva de mi codo.
—Por supuesto —responde mientras avanzamos hacia la salida.
Soy consciente de como su rostro adquiere una expresión de sorpresa cuando mira el auto que nos espera. El chofer nos abre la puerta y ayudo a Sally a subir antes de ir detrás de ella.
—Vaya, al parecer quieres impresionar —dice recorriendo el lugar con la mirada. El interior del auto es amplio, los asientos están pegados a los costados, cubiertos de cuero negro con aspecto brillante.
En el centro hay un cubo de hielo con un par de botellas de vino. Las copas están a los costados así que inclino el cuerpo para alcanzarlas. Sirvo un poco del vino en ellas y le entrego una a Sally.
—Impresionar es mi mejor habilidad —confieso.
Aprieta los labios intentando retener una sonrisa.
—¿A dónde iremos? —cuestiona llevando la copa hasta el borde de su boca. Le da un corto trago y luego se relame los labios en un gesto que me acerca a la locura.
Contrólate, Antoni.
—Es una sorpresa —respondo—pero estoy seguro de que te encantará.
Se apoya en el asiento, cruza las piernas y la tela del vestido de corre un poco. Soy incapaz de hacer caso omiso a esa zona de su cuerpo, pero me obligo a mi mismo a no mirarlas por tanto tiempo como me gustaría.
—Es sorprendente que seas un hombre de citas —dice con curiosidad—¿o es que es una estrategia tuya?
Me rio un poco.
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Un desastre inevitable (SL #2)
RomanceÉl es un millonario fiel a un principio, no comprometerse nunca, ella es la niñera de sus sobrinos que ha renunciado al amor romántico. Antoni Lombardi nunca sintió la necesidad de asumir un compromiso, hasta que la conoció. Sally Rizzo estaba har...