Antoni
Sally no me habla, luego del evento pareció decidida a ignorar mi presencia. No entendía ni un carajo, no sabía que fue lo que ocurrió ni porque ella parecía tan aterrada porque yo fuese capaz de dañarla.
Mi padre.
Esa fue la respuesta que dio, su padre era el hombre quien le había hecho daño, tanto como para pensar que yo también se lo haría. Pero...eso no es todo.
Algo en mi interior dice que ella no me ha dicho todo, sé que no debería importarme, que no debería inmiscuirme en asuntos que no me correspondían, pero el interés que tenía hacia Sally se había intensificado desde ese momento.
—¿Estás seguro de que no le hiciste nada? —me cuestiona Ángelo con reproche—. Porque parece que no quiere interactuar contigo.
Suspiro.
—Ya te dije que no —insisto.
—Mamá me comentó lo que pasó —dice con una mueca—. Dijo que está preocupada por Sally. Sabes que Beatrice es exagerada, dice que teme que Sally reaccione así estando con los niños.
Sacudo la cabeza.
—Dijo que fue porque estaba en una situación de estés, pero Ángelo, ella realmente pensó que yo le haría daño, todo porque cometió un accidente y golpeó al mesero —resoplo—. Fue un jodido descuido, pero ella pensó que yo la lastimaría. Y ahora creo que esa es la razón por la cual parece ignorarme.
—Eres incapaz de hacerle daño a alguien
—Pero ella parece creer lo contrario —me apoyo contra el respaldo del sillón. Como si mis palabras la hubiesen invocado, Sally entra por la puerta principal.
Soy consciente de como eleva la mirada hasta encontrarse con la mía, apenas sonríe antes de saludar a Ángelo y continuar con su camino hacia las escaleras. Sigo mirándola conforme sube los escalones, y luego la pierdo de vista.
—Sí, definitivamente algo ocurre—sentencia Ángelo como si no lo supiera.
—Me voy —me incorporo del asiento—. Tengo trabajo por hacer.
—¿El nuevo Software?
Emito un sonido parecido a una afirmación mientras me coloco la chaqueta de cuero negra que había heredado de mi padre. El material se siente pesado contra mis hombros mientras ajusto el cierre y regreso la vista a mi hermano.
—Tu nueva innovación tecnológica te mantendrá ocupado ¿cierto?
—Algo así, ¿por qué?
—Daphne quiere hacer una pequeña fiesta por mi cumpleaños —dice incorporándose.
—Me haré un espacio —aseguro—. Solo asegúrate de enviarme la fecha con tiempo, y no un día antes, por favor.
Él ríe un poco mientras me dedica un asentimiento.
—De acuerdo, te la enviaré.
Me despido con un ademán y atravieso la gran sala de la mansión Lombardi. Mi auto está estacionado justo frente a la entrada de la casa, bajo los escalones con algo de rapidez y me cuelo al interior.
Suelto un suspiro, apoyo las manos contra el volante, luego echo la cabeza hacia atrás.
¿Desde cuando me importaba que una mujer no me diera su atención? Y lo más importante, ¿por qué sentía la necesidad de tener específicamente la atención de cierta chica joven?
Sacudo la cabeza.
Es solo preocupación.
Casi quiero reírme ante lo ridículo que eso suena, por Dios, parezco un adolescente hormonal negándose a considerar atractiva a una mujer. Sally lo es, demasiado, en realidad.
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Un desastre inevitable (SL #2)
RomantizmÉl es un millonario fiel a un principio, no comprometerse nunca, ella es la niñera de sus sobrinos que ha renunciado al amor romántico. Antoni Lombardi nunca sintió la necesidad de asumir un compromiso, hasta que la conoció. Sally Rizzo estaba har...