32.- El significado de un desastre

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Sally

Nada.

Eso es lo que siento.

Absolutamente nada.

Es como si mi estuviese en otro cuerpo, como si fuese otra persona. Como si la capacidad de sentir hubiese sido erradicada de mi cuerpo. O al menos así es cuando estoy consciente, porque cuando duermo, las pesadillas evocan todos esos sentimientos que no soy capaz de experimentar en el día.

He estado tomando los medicamentos, y comiendo aún cuando mi cuerpo no quiere probar alimento alguno, sin embargo, lo hago por Antoni. Él ha sido tan paciente, tan tolerante con mis cambios bruscos de humor, con mis palabras groseras o mis llantos desconsolados sin razón.

Han pasado poco más de dos semanas desde esa noche, dos semanas en donde siento que he llegado al sitio que durante todo este tiempo quise evitar. He intentado bloquear los recuerdos, apartarlos de mi mente, y eso solo ocasionó que ahora tenga que tomar pastillas y seguir un tratamiento médico.

Ignorar lo que pasa parece que no siempre es la mejor opción.

Ángelo dijo que podía darme algunas semanas en el trabajo, cuando intenté protestar, Antoni aceptó por mí. Necesitaba estar ocupada, necesitaba hacer algo más que solo estar aquí porque sentía que comenzaba a volverme loca.

—Dolcezza —miro sobre mi hombro cuando escucho la voz de Antoni. Sale del cuarto de baño con una toalla enrollada en la cintura, y tiene el cabello húmedo.

Ha estado quedándose en el piso que comparto con Génesis, se que le ha costado adaptarse a la cama pequeña, y al limitado espacio de la habitación, pero no ha hecho ni una sola queja. No me ha preguntado si deseo volver con él, o si quiero regresar a casa de Ángelo.

Intento sonreírle, aunque no creo que el gesto salga demasiado bien.

—¿Has tomado el medicamento? —cuestiona mientras camina hasta la mesita de noche y se inclina para tomar el frasco de pastillas. Sus músculos se flexionan y captan mi atención por más tiempo del debido.

—Sí —respondo volviendo la mirada a su rostro —y he estado comiendo bien, por si te lo preguntas.

Sus labios se crispan en una sonrisa.

—¿Qué hay de los cursos para la universidad? —inquiere mientras se aparta y camina hasta el pequeño armario en donde ha colocado su ropa. Si, también tuvo que adaptarse al limitado espacio de los armarios.

—Es lo único que me salva de perder por completo la cabeza —me encojo de hombros —¿Fuiste a la revisión con el médico?

Me mira sobre su hombro y reconozco la mirada.

—No estoy intentando cambiar el tema —me defiendo —solo quiero saber si fuiste a tus chequeos, pero si no quieres que vuelva a preguntarlo, bien.

No me molesto en ocultar el tono rudo con el que respondo. Antoni no me responde, se limita a darme la espalda, pero cuando lo miro, puedo ver los músculos rígidos de su espalda. Y como toma con movimientos toscos la ropa.

La culpa me atraviesa el pecho. Dios, ¿qué es lo que pasa conmigo? Cierro los ojos tomando una profunda inhalación, permitiéndome llenar mis pulmones de oxígeno para después soltarlo de a poco.

Nuestra relación ha sido algo tensa en los últimos días, y sé bien que soy yo quien lo ha ocasionado.

—Tengo que ir a trabajar —dice mientras se acomoda la camisa —tal vez no pueda venir esta noche, iré a casa.

Un desastre inevitable (SL #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora