15.- ¿Soy yo lo que deseas?

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Antoni

Observo casi con incredulidad a Franco. Las palabras que acaba de pronunciar parecen ser imposibles.

—¿Crees que pudo ser provocado? —inquiero.

—Las cámaras de un local cercano captaron el momento del accidente —dice —conseguí una orden. ¿No se te hace extraño? Un accidente, en la misma carretera federal, casi a la misma hora.

—¿Sugieres que lo de Lucca...? —Franco suspira.

—No hay forma de saberlo, desafortunadamente fue por un tramo distinto en donde no hay cámaras, y se determinó que fue fallo del auto. Han pasado tres años y solicitar una investigación...

—Sería un escándalo —mascullo. Él asiente —además sería complicado para las niñas.

—Pero puedo investigar el accidente de Ángelo —dice con firmeza —encontrar pruebas o pistas que indiquen si fue provocado o no.

—¿Qué motivos tendrían para provocarle un accidente?

—Antoni, es un hombre de casinos —me recuerda—tengo entendido que hasta tu propio padre tuvo amenazas por un tiempo. Ángelo no me ha comentado nada, nunca hemos tenido casos graves más que un par de casos extorsión, pero siempre se ha resuelto fácilmente. Ahora, si resulta ser un accidente provocado...quiere decir que los hijos de tu hermano corren peligro, tú incluso.

Sacudo la cabeza, no, esto es una locura.

—La familia no tiene enemigos, Franco —le recuerdo —incluso los dueños de otros casinos mantienen una relación cordial con la familia. No hay motivos para intentar deshacerse de Ángelo.

Él suspira, por la forma en la que me mira sé que espera que tenga razón. Yo también lo espero, el hecho de considerar que alguien estuviese atentando en contra de nuestra vida...es una locura.

—Intentaré averiguar tanto como me sea posible —afirma tomando sus cosas del escritorio —mientras tanto, sugiero que tengas cuidado. Si tenemos razón, tú también eres un Lombardi, y el heredero de los casinos al faltar tu hermano.

Me dedica una última mirada antes de despedirse, tan pronto como se marcha, un suspiro cansado brota de mis labios.

Cierro los ojos y me tallo las sienes. No he dormido bien en el último par de días, he estado de idas y venidas entre el hospital y los niños, los trillizos comienzan a extrañar a sus padres y es casi imposible controlarlos. Carina es quien más ha protestado en las últimas cuarenta y ocho horas, Mateo y Taddeo han estado en el límite, pero no estoy de cuanto tiempo hará falta para que se unan a los berrinches de su hermana.

Lía es otro asunto, ha adoptado la postura testaruda de pedir a Daphne cada hora. Antonella intenta apaciguarla y Sally hace lo que puede, pero apenas y nos damos abasto.

¿Cómo es que mi hermano sobrevive con tantos niños a su alrededor?

—Luces agotado —abro los ojos cuando Sally ingresa al estudio. Me he apoderado del estudio de Ángelo para poder trabajar y atender los asuntos del casino.

Franco tenía razón, Ángelo es el dueño y líder, y sus hijos heredarían parte de ese poder. Sin embargo, si algo llegase a sucederle, sus hijos son demasiado pequeños como para poder dirigir el imperio de la familia.

Así que me tocaba asumir el rol, aunque esperaba que nunca llegase ese momento.

—Hay demasiado trabajo —admito —entre el hospital, los niños, el casino y mi propia empresa, creo que voy a perder la cabeza.

Un desastre inevitable (SL #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora