⟻XLIX. LAS OPORTUNIDADES SI EXISTEN PARA ALGUNOS⤛

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Después de las nítidas advertencias de muerte, los dos saqueadores de huesos hablaron, trataban de omitir una que otra cosa al hablar, pero no soy la única vengativa en el grupo, Oliver los torturó hasta que simplemente se cansó, haciendo más fácil que vomitaran todo lo que tenían guardado, en los dos sentidos de la palabra.

Los dos moribundos, son un par de fugitivos de la ley, los cuales trabajan bajo la mala vida para sobrevivir. Fueron contratados esta vez por una mafia bastante poderosa, la cual está haciendo cosas atroces con las drogas que manejan, cosas que ni siquiera el alto mando de la mafia sabía, experimentos inhumanos los cuales ellos no tenían tanto acceso. Ellos solo eran unas piezas reemplazables, así los percibía.

Pero se me ocurrió algo al verlos en el borde de la vida y la muerte.

—Oliver para —dije haciendo que mi compañero parara en seco.

Ellos me miraron con sus miradas inertes, sabía que tenían un pie aquí y el otro en el infierno, se podía ver reflejado en sus ojos. Conozco a detalle la muerte, suelo ser la causante de miles de vidas.

—Termina con esto de una vez —dijo en un hilo de voz el que se llama Alex, el que se ve más experimentado.

Me le acerque con calma.

—¡Ya te hemos dicho todo lo que querías escuchar, ya solo déjanos en Paz! —grito el novato de Diego.

Suspire ante sus palabras. Extendí la malo hacia Oliver, esperando que entendiera lo que quiero.

Oliver me paso el bisturí.

La mirada de terror de los dos torturados se hizo presente, la hora de su muerte había llegado.

O tal vez no.

Los dos, más que todo Diego, rogaban como podían por sus vidas.

—¿Cuánto desean vivir? —les pregunte.

Los dos estaban cegados, no me escuchaban. Eran como animales guiados estúpidamente por sus instintos de supervivencia, no por la razón e inteligencia.

—¡Lo volveré a preguntar y esta vez será la última oportunidad! —volví a hablar, pero más fuerte, dándole poder a mi voz, causando que los dos dejarán de gritar— ¿¡Cuánto desean vivir!? —repetí.

Me miraron con cierto escepticismo, esperaba algo de esperanza que proviniera de ellos, ya que eso es lo que planeo darles, solo si responden bien mis preguntas.

—Para su bien, les recomiendo hablar con la verdad, después de todo, puede que ya no puedan vivir más después de esto. —salió a relucir Sissi, la cual no sonó con burla o con cierta ironía como de costumbre.

Ella sabía que es lo que trato de hacer, es la única que no me está haciendo caras extrañas por no entender la situación, para los demás, estos dos ya deberían estar muertos, tanto así, que Iván se fue de la escena desde hace rato. No quiere ver como este par es masacrado, con la poca piedad con la cual me suelo caracterizar.

—Yo... Yo deseo vivir, anhelo seguir con vida —dijo totalmente serio al respecto, a pesar de su dolor, Alex.

—¿A pesar de lo repugnante que es tu vida? —solté otra pregunta.

—No siempre fue así. —soltó un ligero quejido causado por el dolor de las múltiples heridas en su cuerpo.

—Crees que si tu vida continua ¿Esta sería diferente?

—Nadie escoge este estilo de vida, solo pasa de un momento a otro, como un parpadeo. —dio como respuesta Alex.

—Por lo general pasa por una mala elección que tomaste, por muy pequeña que fuese, una mala idea influenciada por el mal, por el hambre y la inconformidad. —habló por fin Diego, levantó la cabeza, la cual tenía a favor de la gravedad, me dirigió una mirada fija un poco retadora— Esta vida te consume, te deja sin opciones.

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