⟻XXVII. NO ES DE MI AGRADO.⤛

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—Cállate, arruinas el momento —en culminar esas palabras y de un incómodo contacto visual, ambos nos soltamos— Y... ¿Por qué me llamabas tan alegremente al salir del baño?

—bueno... Es que te tenía una pequeña cosa que contar

—Ahora que otra cosa loca tendrás para mí, vamos a ver —en eso voy a mi cama y me siento.

—Ven —le doy unas palmaditas a mi colchón como señal de que él debe hacer lo mismo que yo, cosa que hace— ¡Abrieron el puesto de batidos de los gemelos blue!

—Eres toda una niña —se pasa la mano por su rostro— ¿Y te enteraste cómo más o menos? —Comencé a jugar con mis dedos dándole una sonrisa pícara y mirándolo por lo bajo — ¿Fue durante la protesta verdad? —él realmente no necesita que yo responda para saber lo que diré, se cruzó de brazos para luego decir— Sólo tú te darías cuanta de esas cosas durante una masacre.

—Es un don y no es mi culpa que ellos estén a la otra calle de una protesta —en eso tocan la puerta inesperadamente, ambos volteamos— Diga —en esto se escucha como detrás de la puerta alguien habla.

—Señorita, su padre la solicita en la "Gran central familiar" —la abrí viéndolo.

—¡Ay Mario...! —puse cara de desagrado— ¿En serio?

—Me temo que si Señorita.

—Bien, gracias Mario — dije muy amable para luego mirar a Oliver —Entonces ¿nos vamos?

—Mi bella dama —se paró y puso en forma de broma su brazo para escoltarme.

—Ya que no hay de otra —me encogí de hombros para tomarlo del brazo e irnos de forma graciosa.

...Afuera de la Central Familiar...

Oliver estacionó su auto y vi algo que no me pareció común.

—Oli... —esté produjo un sonido mientras se bajaba indicando que me escuchaba.

—¿Cuándo fue la última vez que un escarabajo rojo se estacionó en frente de nuestra central?

—Cuando interceptamos ah...Ou... —dirigió su mirada despreocupada viendo de lo que le hablaba y así cambiando a una expresión de angustia.

—Exacto, "Ou" —salimos corriendo evitando cualquier formalidad de entrada de la central, llegamos a chocar ah algunas personas por el camino hasta la oficina principal— ¡Padre! —entre gritando haciendo que todos los ojos me miraran, especialmente los ojos multicolor del jefe.

—¿Sissi? —más atrás de mi Oliver hablo quitándome cualquier duda, si, la capturaron.

—Mackenzie, justo a tiempo —dijo mi padre dirigiéndose a mí con una tonalidad fría, me senté al lado de Sis y Oli a mí derecha quedando yo en el medio.

—Padre —esté me miró frío y de reojo, al parecer no le agrada nada que lo llame así en estos momentos— Perdón... jefe.

—Ok, Señorita Mackenzie tome la carpeta que tienes al frente, son tus labores de la semana —la tome mire a Sis preocupada.

—Pero Pa...jefe —casi meto la pata de nuevo— ¿Me podría explicar porque Sissi está aquí? —señalando a cuya niña morena a mi lado, morena que portaba una cara que reflejaba terror oculto.

—La pequeña Sissi, tendrá un severo castigo por andar de callejera y problemática —lo dijo sin más sabiendo lo desconcertante que me parecía eso. Sis respiro de forma ahogada ante estas palabras, ella sabía que significaban—. Ya lo hablé con Elise, y me permitió tomar cartas sobre el asunto.

Me aferre a los laterales de mi asiento clavando mis feroces uñas en el terciopelado rojo para evitar una escena de mi parte, respire hondo y colocándome en su posición de todo poderoso, lo mire.

—Es mi trabajo, ver si eso se permite o no —proclame, este me escucho y dejo todo para topar sus ojos multicolores con unos de color miel.

Colocando sus manos enlazadas sobre el fino escritorio.

—Explique mejor su comportamiento señorita —su voz es firme como lo es de fría y tan suave que podría convencer a un cerdo a saltar a la asadora por voluntad propia, el dios de la Mafia y sus trucos, lastimosamente para él fui moldeada por sus propias manos y forjada con el fuego de este infierno lleno de corrupción, no puede afectarme como el mismo quisiera— Elise siendo su prima paterna dio su consentimiento a mi palabra.

Sabiendo los medios de convencimiento que pudo llegar a usar sobre Elise, como para que aceptara castigar a Sissi, estoy casi al cien por ciento que ni Elise sabe que este monstruo piensa matar a su primita.

—Ella es mía y ese fue el trato —la tensión se sentía por toda la oficina— O es que ya no eres un hombre de palabra, pa-dre.

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