capítulo 2

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• ~ Mónica ~ •

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• ~ Mónica ~ •

Y así fue como acabé aquí.

Mi cabeza late, y mi cuerpo entero se queja. Mareada, me invade un hedor infernal que me provoca arcadas.

—No abrirás la boca, ¿verdad?

—Ya te dije que no sé cómo demonios llegó eso allí —respondí entre lágrimas, la desesperación carcomiéndome por dentro después de los golpes recibidos.

Pero ese hombre no parecía dispuesto a creerme. Estaba decidido a encontrar algún indicio que me incriminara.

—No creas que por ser mujer no te voy a lastimar. Sus palabras desencadenaron un escalofrío en mi cuerpo, pero ya me había golpeado hasta hacerme sangrar. ¿De qué otra manera podría lastimarme?

—Lo repetiré una vez más. Te sugiero que lo pienses muy bien. Expresó con calma. ¿Para quién trabajas y cómo robaste el diamante?

Sin saber qué hacer, comencé a llorar. ¿Robar? Eso es algo de lo que nunca me habían acusado hasta ahora. No tengo idea de quién es este hombre, pero claramente se confundió de persona.

—Y yo te lo vuelvo a repetir. No sé de qué estás hablando. ¡No trabajo para nadie y no he robado ningún diamante!

Un fuerte puño impactó contra mi rostro, obligándome a callar. Segundos después, un sabor metálico inundó mis labios y un intenso dolor recorrió toda mi mejilla. Me había partido el labio.

—Si eso es lo que deseas...

Tomó mi mano sin que pudiera resistirme.

—Contaré hasta cinco. Si no sale una respuesta que me satisfaga de esos labios tan bonitos, te romperé los dedos uno por uno.

Mi piel se erizó ante la crueldad de sus palabras.

Mi piel se erizó ante la insensibilidad de sus palabras

—Uno—Empezó a contar

Mi corazón latía con fuerza, que podría decir para que el hombre frente a mi me crea.

—Dos

{Piensa, tienes que decir algo}

—Tres

¿Cómo es posible que esto me esté ocurriendo justo hoy? Debería ser un día memorable, mi cumpleaños número veinticuatro. ¿Cómo lograré salir de este embrollo?

Este hombre me ha golpeado repetidas veces, y estoy segura de que no dudará en seguir lastimándome. Quién sabe qué otras atrocidades se le ocurrirán en su mente retorcida.

—Cuatro.

—Por favor... —susurré, apretando los ojos con fuerza, preparándome para el dolor inminente.

Mafia Rusa {editando}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora