Que resuene en las calles, que murmuren de boca en boca. Que en el infierno y cielo se escuche.
El Boss de la Mafia Rusa tiene una debilidad con nombre y apellido: Mónica Méndes Herrera.
¿Quién diría que el diablo se enamoraría de un Ángel?. Uno a q...
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Mónica
Ya había pasado el tiempo y el doctor afirmó mi progreso, pero eso no quiso decir que esté fuera de riesgo, tenía que pasar por procesos delicados y largas sitas en el doctor para asegurar el embarazo.
Alexey fue muy atento ante las indicaciones del doctor y el delicado trato que debía tenerme. Al darme de alta no desperdició un segundo más y me encamino al auto, tomé asiento en el copiloto junto a él, me abrochó el cinturón y entro al auto.
El trayecto fue incómodo tanto para él como para mi, ambos nos mantuvimos callados y es que simplemente no teníamos nada de que hablar . O tal vez si.
No quería admitirlo pero temo del lío en el que me he metido. La esposa de un mafioso y madre de sus hijos.
<Señora Sokolova>
De solo pensarlo se me eriza la piel.
—Nos conocimos en un viaje de negocios, salimos un tiempo y luego nos comprometimos
Miré en su dirección buscando una explicación ante sus palabras.
—Mi hijo no debe de enterarse de cómo nos conocimos
Reí.
—Claro, no le diría a tu hijo que una noche fui secuestrada por ti, un psicópata que me violó y dejó embarazada quien ahora me ofrece mi libertad a cambio de dar a luz a sus hijos
Si eso saliera de la boca de cualquier otra persona sonaría jodidamente estúpido pero no. Es exactamente lo que me pasó.
—No estoy bromeando Mónica
—Yo tampoco, no pienso desgraciarle la vida, si no es que tú ya lo hiciste
Externamente no respondió de mala gana, y con esa autoridad como suele hacerlo, solo calló apretando el volante tras mis palabras. Algo dije que le molestó, y sabe que es la verdad.
Decidí no hablar más pues toda mi concentración la puse en mirar por la ventanilla, intentar memorizar el camino es lo único que me queda. Esto no lo le molesto a Alexey quien más bien parece concentrado en el camino y sumergido en su propio mundo.
Había pasado más de dos horas y mi cerebro se esmera en tratar de recordar el camino. Pensé qué tal vez reconocería algún lugar pero mientras más conducía más desconocido me es.
—¿Ya casi llegamos?
—¿Necesitas ir al baño?
—No
—¿Hambre?
—No
—¿Te duele algo?
—No
—¿Entonces?
—Quiero descansar
A pesar de que había pasado un largo tiempo y mi cuerpo se ha recuperado el trayecto tan largo me aburrió al punto de que mis ojos se sientan cansados.
