Que resuene en las calles, que murmuren de boca en boca. Que en el infierno y cielo se escuche.
El Boss de la Mafia Rusa tiene una debilidad con nombre y apellido: Mónica Méndes Herrera.
¿Quién diría que el diablo se enamoraría de un Ángel?. Uno a q...
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Este capítulo contiene escenas 🔞⚠️ por favor tenga la mente abierta para leer estas escenas⚠️
Mónica
Cuando por fin pude conciliar el sueño una extraña sensación me incomodó. Al principio no le di importancia y seguí durmiendo, hasta que mis ojos se abrieron por cuenta propia y lo vi. Apoyando su cuerpo en el marco de la puerta, mirándome en la oscuridad con esos intensos ojos color miel.
Mi instinto me hizo alejarme al ver como se acerba a mi. Me aterroricé al pensar que se había enterado de la charla con aquel chico.
—¿Que haces aquí?
Una pregunta tonta considerando que sé perfectamente lo que busca aquí a estás horas de la noche.
En cuanto a su respuesta, él no contestó al instante, solo se seguía acercando a mi al punto de tenerme acorralada contra la pared.
—Seks —Gruño entre dientes
No se me hizo muy difícil descubrir el significado de aquella palabra cuando desprendió mi blusa, Lo único que cubría mis pechos los cuales miró con esa asquerosa mirada morbosa que solo me hacia sentir asqueada.
—¡No me toques!—Grite solo para ver como disfrutó el besar mis labios con agresividad dejándome un fuerte y desagradable olor a alcohol
Empuñé mis manos en sus hombros en un intento de alejarlo. Sin delicadeza me tomó del cuello pegándome a la pared. Su nariz husmeó en mi cuello y bajó hasta mis pechos donde empezó a lamer uno de ellos. Me retorcía al sentir sus dientes hacer presión en mi pezón.
—Oni zhestkiye (están duros)—Dijo tocándolo con su dedo lo que me provocó un cosquilleo que hizo arquear la espalda
Bajó su mano por debajo de mi falda y a través de la tela de mis bragas rozó mi clítoris mientras su boca se deleita saboreando y mordisqueando mis pezones.
—Para, por favor—Rogué entre dientes
—¿Ostanovka? (¿parar?)—Murmuró metiendo sus dedos en mi vagina— No creo que en verdad quieras que pare
—Me duele
Y no mentía. Mi parte baja me dolía de las tantas veces que me había usado.
—Si te portas bien seré suave—sacó sus dedos dentro de mí y me acostó en la cama—Abre las piernas
Un fuerte grito salió de mi garganta cuando me embistió con fuerza, mis uñas rasguñaron su espalda cuando mordió mi cuello y apretó mis pechos. Mordía cada parte de mí como si me estuviera marcando.
