Que resuene en las calles, que murmuren de boca en boca. Que en el infierno y cielo se escuche.
El Boss de la Mafia Rusa tiene una debilidad con nombre y apellido: Mónica Méndes Herrera.
¿Quién diría que el diablo se enamoraría de un Ángel?. Uno a q...
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______ Mónica ______
Al estar frente al patio podía sentir el frío acariciar mi cuerpo y como este reaccionaba encogiéndose.
—Si tienes mucho frío podemos volver al cuarto
—No, estoy bien
Caminé entre la nieve buscando un lugar cómodo donde apreciarla. Me senté en una banca pero antes quité un poco de nieve que permanecía ahí.
Nunca antes había tenido la suerte de ver la nieve, claro que en películas pero nunca la vi realmente, nunca la sentí.
Supongo que hubiera sido divertido de niña, cuando todavía conservaba mi inocencia, cuando no tenía preocupaciones... Dejé caer mi cabeza hacia atrás mirando al cielo y los copos de nieve aterrizar suavemente en mi rostro. En un segundo todo rastro de tranquilidad se desvaneció cuando sentí un suave y frío golpe en mi cabeza. Al voltear vi al pequeño sostener una bola de nieve con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Así estamos jugando?
Tomé un puño de nieve formando una bola y corrí tras el, se echó a correr en cuanto vio mi intención pero logré derivarlo al lanzarle la nieve.
—Con que atacas por la espalda, ¿eh?
Se revolcó en la nieve mientras le hacía cosquillas y reía a carcajadas.
—No cosquillas
Dijo entre risas y me detuve para acostarme junto a él.
—Me has hecho correr mucho—Me quejé indignada—Necesitas ser castigado
Me causo gracia y a la vez pena ver como su sonrisa de borró que simplemente se me escapó una sonrisa.
—Y tu castigo será. ¡Más cosquillas!—Grite para aventarme a él una vez más
Este estalló de risas y tras largos segundos me detuve pero el juego no paró ahí, seguimos lanzándonos nieve, formando ángeles, y haciendo muñecos de nieves que al final no fue de mis mejores creaciones pero me conformo. El tiempo pasó y la noche calló, Nos quedamos tendidos en el suelo mirando el cielo y en medio del silencio pregunté.
—¿Por qué cuando estas con tu padre no hablas?
O con cualquier otra persona. Esto es algo que ya había notado y que me daba vergüenza preguntar a Alexey.
El niño reprimió su disgusto por la pregunta y supe nuevamente que no había hecho una buena pregunta pero este respondió encogiéndose de hombros.
