6: Periódico

25 8 5
                                    

Ellen

-¿Pero por que razón debes vivir allí?-

-Son las condiciones laborales- Dije cerrando completamente la maleta.

-Llevamos desde pequeñas sin vernos debido a que me tuve que mudar, y ahora que vienes debes marcharte-

-No exageres- Dije abrazándola.

Tras despedirme de ella, agarré de nuevo el autobús y me dirigí a la mansión.

***

Todo el día transcurrió con normalidad, ordené mi equipaje y me puse a trabajar. Bueno por así decirlo, no todo fue bien. Debido a que encontré al "famosisimo" y despreciable Luke Ayers en el salón principal. Se movía de lado a lado sin descanso. Parecía desesperado cual cosa era de esperar debido a que Noah no aparecía. Intenté esquivarlo y marcharme hacia la habitación de Alison pero me detuvo.
-¿Usted otra vez?- Sabía que solamente quería provocarme, ellos sabrían todo sobre mi. Mi edad, apellidos, lugar de nacimiento, casa de mi madre y donde había vivido hasta que me mudé hoy mismo. Por la única razón, de que era una familia adinerada. -Marchese ahora mismo- Lo ignore completamente pero me detuvo.
-¿Es que no me escucha cuando le hablo?- Respiró profundamente, parecía intentar controlarse- Le he dicho que se marche de una santa vez si no quiere que llame a las autoridades-
-No pienso hacer lo que me dice-
-¿Y por qué exactamente?-
-Por que tengo un contrato como asistente en esta casa. Así que, a menos que la señora Alison me despida no pienso hacerle ningún tipo de caso a menos que esté relacionado con mi labor diaria. Ahora si no le importa señor LUKE AYERS-dije enfatizando su nombre- Voy a continuar con mi trabajo.
Además de eso, no ocurrió nada más.
Tiempo después, cuando acabé de recoger la mesa marché a la que sería mi "casa".
El lugar era pequeño pero acogedor. Y digo pequeño en comparación con la gran mansión por que al lado de la que era mi casa, donde viviría a partir de ahora parecía un palacio.
Se dividía en cuatro habitaciones: Una cocina, la sala principal, un baño y el dormitorio. Me encantaba.
                              ***
Los siguientes días habían ocurrido como esperaría. La señora de la casa estaba desesperada y desconsolada además, no conversé en ningún momento con Luke Ayers. De hecho, ni si quiera lo vi en toda la semana. Por otra parte, Noah seguía sin aparecer y Anne Ayers solamente caminaba sin rumbo de un lado a otro de la casa pero nunca hablaba, solamente para pedir alguna que otra cosa. Pretendían actuar de una forma natural algo así como si hubieran perdido la memoria o aquella parte que incluía a Noah. A la mañana siguiente, sería cuando realmente se desató el caos en esta ciudad. Pero mientras tanto, no me preocupaba debido a que quedaban veinticuatro horas para aquello. Mientras tanto, La calma inundaba la casa. Doy gracias a que eso fuera así tras las últimas semanas. Todos continuaban dormidos.

De pronto, el sonido del timbre quebró el silencio. Dejé el café sobre la mesa ya preparado para la señora de la casa y me dirigí hacia la puerta. Tras ella, no encontré a nadie. Solamente, un simple periódico tirado en el suelo.

______________________________________

Han pasado dos semanas desde la desaparición de Noah Ayers, el menor de los hermanos de la familia Ayers.

Si dan con su paradero por favor, llamen de inmediato a la policía.

______________________________________

Antes de que la señora Alison se levantara y lo viera, decidí tirarlo a la basura pero alguien lo agarró antes de que pudiera meterlo en la bolsa.
-¿Que se supone que hace?-
-Estoy tirando el periódico para que su madre no lo vea y se entristezca aún más-
- Deme el periódico -
- Está bien- Lo agarré y arranqué la hoja donde ponía la información sobre La desaparición de Noah. Tras eso, me marché y el tiró de nuevo el periódico en la basura.
Pasaron un par de horas cuando sucedió. Alison gritaba por toda la casa, pude escucharlo debido a que me encontraba haciendo la comida.

-¿Donde está mi hijo?- Dijo mientras agarraba a Luke de la camisa. Tenía los ojos llorosos y un pañuelo entre manos.

-Mamá cálmate, te aseguro que lo encontraremos-

-¡Ha pasado una semana!, ¿Qué no entiendes?- De pronto, por la puerta apareció el chofer familiar.

- Disculpe, no quería interrumpir pero su marido le espera en la oficina, al parecer acepta firmar los papeles del divorcio- Dijo Ronald en voz baja. Aquel hombre de mediana edad y calvicie, llevaba puesto un traje negro que combinaba con el tono de su corbata además de unas bambas algo embarradas.

Tras escuchar sus palabras, la señora de la casa se marchó por la puerta principal intentando contener su ira y llanto.

-¿Y usted que mira ahora?-

-La comida está lista señor- Dije para excusarme.

***

Volvía a la mansión tras mi primer día de universidad. Estaba entusiasmada, siempre había querido ser abogada y poco a poco lo conseguiría. Recorría uno de los barrios más oscuros de toda la zona costera de Seattle. La noche se había hecho con la ciudad varias horas atrás. La única luz que iluminaba las calles, era la de los farolillos y la luna. Un ladrido de perro se escuchó demasiado cerca de mi seguido de un fuerte estruendo al final de un callejón. Salí corriendo de allí lo más rápido que pude, me encontraba realmente asustada. Me había perdido y no sabía hacia donde dirigirme. La ansiedad comenzaba a apoderarse de mi, mi respiración se aceleró y sentí perder el conocimiento por unos instantes cuando de pronto, desperté.

Me encontraba en casa, o así nombraba al lugar donde me hospedaba mientras trabajaba como asistente en casa de la familia Ayers. Al parecer, lo vivido solamente había sido una pesadilla. Agarré el móvil que se encontraba en la mesilla de noche. Había recibido un video de Amber, cual cosa me extrañó debido a que hacía exactamente siete días que no hablábamos. Al abrirlo, el video comenzó a reproducirse. En el, se encontraba ella, con el cuello partido, su cuello sujetaba su cuerpo en una soga. Se tambaleaba, se escucharon sonidos de angustia y asfixia. Se estremecía y pataleaba con fuerza pero no sirvió, simplemente, en un instante, dejó de emitir sonidos. Su cuerpo, lentamente no hizo ningún otro esfuerzo.

Un grito desgarrador salió de mi boca, comencé a llorar. Me levanté de la cama y me dirigí corriendo hacia su casa. Aquel mismo día, en el instante en el que el video se reprodujo, el mundo se me derrumbó. Sentí ganas de desaparecer de aquí. De hacerme extremadamente pequeña, casi imperceptible y quedarme en un rincón sin sentirme juzgada, sin tener problemas y sin sentir que cada día en el que me levantaba sucedería algo en mi vida que me destrozaría interna y dolorosamente en mil pedazos.

The Ayers (Antes De Que Te Destruya 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora