En el aeropuerto Charles de Gaulle de la ciudad de París, Marinette Dupain-Cheng esperaba con mucha emoción a su rubio que por fin había arreglado cada problema en Ámsterdam y estaría residiendo en París de forma semi permanente. Sentía un nudo en el estómago por la anticipación, casi habían pasado tres años desde la última vez que vivieron en la misma ciudad, no más videollamadas, no más visitas relámpago ni corazones llenos de anhelo. Por fin estarían juntos, ¿cierto?
Las pantallas con información de los vuelos decían que el vuelo procedente de Ámsterdam estaba a tiempo y aterrizando.
Unos minutos después, una cabellera rubia resaltó entre las personas que llegaban, y no por ser rubia, sino por su altura. ¿Felix siempre fue así de alto e imponente? Mientras se hacía esas preguntas, su sonrisa creció cuando sus ojos y los del chico se encontraron, sin pensarlo, corrió hasta su encuentro y saltó a sus brazos.
Felix la atrapó en el aire y la sujetó bien cuando Marinette enrolló su cintura con sus piernas. Aspiró su aroma y se sintió por fin en casa, no solamente por encontrarse en París, su princesa era su hogar. Marinette lo besó tan profundo, incluso con desesperación y Felix rio en medio del beso, qué feliz se sentía.
-Creo que alguien me extrañó- musitó rompiendo el beso.
-Cállate y sigue besándome- se quejó la azabache volviendo a atacar su boca.
Felix no opuso resistencia y continuó el beso por algunos minutos más, hasta que el peso de Marinette entumeció sus brazos y tuvo que ponerla de nuevo en el piso. La chica se disculpó apenada y con un ligero sonrojo en las mejillas, más cuando notó que tenían público. Una señora de edad adulta los miraba con ternura y le hacía señas a su esposo para que los viera.
Decidieron salir y esperaron al chofer que vendría por ellos. Cuando este llegó, acomodó las maletas de Felix en el maletero del coche y partió rumbo a la mansión Agreste, donde los padres de Felix lo esperaban con alegría.
A la llegada de Felix y Marinette, otra ronda de abrazos por parte de Emilie llegó para su único hijo. Le daba mucho gusto que su pequeño príncipe triunfara laboralmente en otros países, pero como cualquier madre, quería a su niño cerca. Gabriel Agreste palmeó la espalda de su hijo y le dio la bienvenida. Ambos saludaron a Marinette y los hicieron pasar.
-¿Tienes hambre, mi vida?- preguntó Emilie, dirigiéndose al comedor.
-La verdad es que sí, mamá- contestó Felix, recordando que había desayunado un yogurt griego antes de abordar el avión únicamente-. Espero que Agathe haya cocinado hoy.
-Por supuesto, joven Agreste- contestó la cocinera, entrando con una bandeja con cuatro platillos-. La Señora Agreste planeó cada detalle de esta comida para que se sintiera bienvenido.
Felix agradeció y le plantó un beso en la frente a su mamá.
-Eres la mejor, mamá.
-Me sonrojas, Fel.
Los cuatro se sentaron en el gran comedor y con una conversación amena, sobre los futuros planes de Felix, comieron un delicioso salón al pesto con puré de camote y queso como guarnición.
-Entonces, el próximo mes, casi finalizando septiembre- siguió explicando Felix-. Kagami estaría llegando a París, ya que pueda entrenar al nuevo abogado que se quedará en su puesto, no quiere salirse a las malas de una disquera que le abrió las puertas y le ha dado tanto crecimiento laboral.
-Por supuesto, es lo más sensato- opinó Gabriel-. El compromiso que se adquiere con una empresa o compañía es tan moralmente importante, como si de una familia se tratara. Yo trato a mis empleados como si fueran más Agreste, y eso nos asegura una buena respuesta en la productividad y un ambiente laboral de excelencia.
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Umbrella (Felinette Miraculous AU)
FanfictionAbril es el mes Felinette 👑 "Ahora que llueve más que nunca, sabes que siempre nos tendremos el uno al otro, podemos compartir este paraguas juntos." Dice un dicho que siempre habrá un arcoiris después de una tormenta, que cuando la noche está más...