1. Murallas.

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NARRADOR OMNISCENTE.

Despertaste entre las ramas de un enorme árbol sintiendo el aroma de las flores y de algunos insectos revolotear cerca tuyo. Una gratificante melodia inundó tus oídos. Sonaba melancólica, y te hacía querer seguir en esa posición.

Te levantaste, preguntándote dónde estabas, encontrándote con el chico de ayer, que tocaba una lira a unos metros de distancia en la base del árbol de Levantaviento. Este, al notar tu movimiento se giró en tu dirección. Sonrió y se acercó, ayudándote a bajar de la rama del árbol.

-¿Cómo estás?

Miraste el horizonte. Parecía que iba a anochecer. Por algún motivo, te sentías tranquila, como si todos tus problemas hubiesen desaparecido, aunque sabías que era algo temporal, y que aparecerían de nuevo en cuanto volvieséis a la ciudad, por lo que decidiste disfrutar de la comodidad que te brindaba ese lugar.

-¿Puedo verla?-Señalaste el instrumento, y él te la tendió sin réplicas. Palpaste el material, no parecía algo comprado en una tienda de reliquias, sino un valioso tesoro, único. Tal vez como su dueño. Te paraste a mirar al bardo por completo. Sus ojos rebosaban amabilidad, pero había algo que te hacía dudar. No era un bardo cualquiera.

Le devolviste el instrumento y te cruzaste de brazos, sin despegar la vista de él.

-¿Mhm? ¿Tengo algo en la cara?-Se frotó la frente y los mofletes en busca de algún rastro de comida o suciedad.

-¿Quién eres?-Preguntaste, algo curiosa.

Él, al comprender la razón en tú pregunta, se asombró, aunque no podría revelarte la verdad tan fácilmente.

-Mhm. ¿Quién soy?-Asentiste.-Venti, un bardo conocido en Monsdadt.-Lo miraste, no del todo segura y apartaste la mirada.

Por otro lado, el ojiverde relajó sus hombros, aunque continuaba obervandote con sigilo. Era sorprendente que pudieses notar que algo no encajaba únicamente con esa pequeña conversación.

-¿Y tú? ¿Quién eres?-Lo miraste algo confusa. Pensabas que, después de aquel incidente, todos te conocían.

-____.-Te tranquilizaba que no supiese quien eras, ya que, al menos, no te jugaría por ser quien todos dicen.

-Bien, ____. ¿Por qué ayer quisiste hacer algo tan malo como eso?-Toda la calma se esfumó con esa pregunta. No querías hablar, solo ignorar el tema que realmente importaba hasta que sea inevitable afrontarlo.

Te diste la vuelta y contemplaste el cielo, apretando las manos en puños que hacían que tus nudillos se vuelvan blancos y aguantando la humedad que amenazaba con salir de tus ojos.

-No es nada importante.-No escuchaste ninguna respuesta de parte del bardo. Sólo sentías la brisa del lugar golpear tu cuerpo, como si intentase acariciarte para consolarte.

Minutos después, cuando lograste calmar de nuevo tus sentimientos, escuchaste la melodia sonar de nuevo. Cuando te giraste para observar al bardo, estaba sentado en una rama tocando el instrumento de forma automática, como si ya la hubiese tocado cientos de veces.

-Para ser un bardo tu música es muy relajante.-Él sonrió.

-Toco lo que es necesario en cada circunstancia. Si te pasas por la taberna alguna vez, seguiro que toco una muy movidiza.-Volviste a posar tu mirada en el cielo. El sol se había escondido ya, y las estrellas se iban haciendo cada vez más visibles.

POV ____.

-No creo que entre en la taberna, así que no seré capaz de escucharlo.-Sonreí con algo de tristeza, aunque él no me veía.

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