12. Día Tranquilo.

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Me caían flechas de quién sabía dónde y yo estaba concentrada en esquivarlas todas. Algunas iban muy rápido y, debido a la gran cantidad de estas, no pude evitar que alguna me rozara partes del cuerpo, como los hombros y los muslos.

Estaba comenzando a cansarme cuando el tintineo de mi visión me hizo despertar de nuevo. Seguía sin ser capaz de usarla, pero siempre la llevaba encima. Era como el recordatorio de por qué estaba haciendo todo aquello y de que el futuro de Elvira y mi venganza no estaba claro aún.

Seguí esquivando flechas hasta que fui capaz de llegar a la zona segura. Un círculo dibujado con tiza en el suelo era lo único que me salvaba de aquella dura prueba a la que me tenía que enfrentar.

-Ehe.-La risa del bardó se escuchó entre las hojas de los árboles, y yo le observé con reproche.

-No tenías que ser tan severo, a ver si me matas mientras practicamos.

-Pero has conseguido superar la prueba.

-Después de imaginarme la dolorosa muerte que una de esas flechas podría provocarme.-El de trenzas rió y yo suspiré.-Bueno, ahora estoy cansada. Vamos a comer algo.

-¿Ves? Por esto vale la pena seguir entrenandote.-Su sonrisa me contagió a los pocos segundos. Tenía una forma muy despreocupada de vivir, y de alguna forma eso era divertido.-Por cierto, déjame ver tus heridas.

-Oh, no es nada. Solo arden un poco.-Ignoró completamente mis palabras y usó algo de poder para cerrar las pequeñas heridas que sus flechas me provocaron. Cuando terminó, me cogió de la mano y continuó caminando. Últimamente hacia mucho eso, y no me desagradaba en lo absoluto. Sus manos eran cálidas y siempre abrigaban las mías del frescor de la ciudad, y también, calentaban mi pecho de sobremanera, notando como mi corazón latiese más fuerte.

Llegamos a las puertas de la ciudad minutos después, y nos dirigimos a El Buen Cazador, donde pedimos aquello que estaba en las recomendaciones de la carta.

-¿Qué tal, chicos? ¿Venís de entrenar?-Sara, que venía ya con nuestros platos, se acercó con una sonrisa.

-Sí. Cada vez las pruebas son más duras.

-Cuanto más trabajes, antes llegarás a ser aceptada en el gremio.-Sonreí algo nerviosa. Había estado trabajando mucho estas semanas y no quedaba mucho para los exámenes anuales de los aventureros.

-Con el nivel que tiene ____, será aceptada enseguida. Hoy lo ha hecho muy bien.-Miré al bardo sorprendida. Nunca me había dicho algo como aquello. Solo me decía palabras de ánimo para seguir esforzándome, pero nunca comentó sobre cuán cerca estaba de conseguir mi objetivo.

-Eso espero.-Sara sonrió y se despidió de nosotros. Parece que tenía bastante clientela y no podía dejar que esperase demasiado sus pedidos.

-¿De verdad crees que tengo el nivel para entrar?

-Claro. Hace tiempo que lo tienes.-Lo miré confundida. ¿Por qué no me lo había dicho antes?-Tienes una habilidad impresionante, ____. Has conseguido en poco tiempo lo que muchos no consiguen en años. De hecho, pensado en hablar con Jean para que te aliste a los Caballeros de Favonious, no al gremio.

-¿Eh? No, no, no.-Me alteré al instante. La idea de ser alguien reconocida en la ciudad me asustaba.

-Las cosas han ido mucho mejor. Ya no tienes mala imagen y hay gente que incluso te admira. Si te fijaras, verías que muchos ya no te miran, y, los pocos que lo hacen, no lo hacen de forma ofensiva.

-Ya lo sé, pero... Es demasiado.

-Es demasiado porque tú crees que es demasiado.-Me puse nerviosa al imaginarme como caballera.

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