4. Confianza.

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Pov Venti.

____ se encontraba en su habitación. Yo, observándola desde el tejado de la casa de en frente. Acababa de llegar para comprobar que estaba bien, no me permitiría hacerle más daño, o que ella se lesione de cualquier manera sin estar presente para evitarlo.

Me sentía sucio por observar a otra persona en su privacidad, pero veía necesario pasarme a ver su estado cada cierto tiempo. En todo el día no se había levantado de su cama, parecía totalmente agena al exterior que la rodeaba, metida en sus pensamientos mientras una manta cubría la mayoría de su cuerpo.

Quise entrar e intentar animarla, pero lo único que se me ocurrió fue dejarle algunos de los dulces que más le gustaban en la puerta de su casa y esperar que los reciba con una sonrisa.

Al ver que no había ningún peligro real cerca de ____, dejé de observarla y di la vuelta para volver a ser un bardo cualquiera.

Pov ____.

Cuando miré por la ventana por primera vez en todo el día el sol ya se había escondido. La barriga me sonaba en busca de algo que la llenara y me vi obligada a salir a por algo que sacie mi hambre. Cuando es de noche, la mayoría de gente ya está en sus casas, por lo que se me hace más ameno salir a la calle, aún manteniendo el perfil bajo por si acaso.

Quise dar un paso fuera de casa, pero una cesta con algunos dulces interrumpió mi camino. La observé durante unos segundos y al instante comprendí quién la había dejado. Quise tirarla a la basura, pero la culpa invadió mi corazón e intenté adentrarme con ella a casa, hasta que alguien me sujetó del brazo.

-¿Eh? ¿Pero qué tenemos aquí? ¡Si es ____! Un placer conocerte, me llamo Joel.-Antes de que pudiera zafar su agarre de mi brazo, un fuerte golpe invadió mi mandíbula, tirándome al suelo.-¿No respondes? He oído por ahí que eres una asesina. Deberías recibir el castigo que mereces, ¿no crees?-Una patada aplastó una de mis costillas, y fue seguida por varios golpes del mismo estilo, hasta que un fuerte rodillazo hizo que mi cabeza se estampara contra el suelo, mareandome en el proceso.-Deberias de decir algo. Pedirme que te perdone la vida, o algo.-Levanté la vista con ojos llorosos, llenos de rabia y de sentimientos encontrados.

-No sería tan malo dejarte matarme.-El comentario pareció enfurecer aún más al desconocido, ya que aumentó la fuerza de sus golpes, provocando moratones a lo largo de todo mi cuerpo y el crujimiento de algunas articulaciones que no soportaban la presión de sus huesos.

Un golpe en la cabeza, que podría haber sido letal, acabó dejándome sin conocimiento, sobre la fría calle de mi casa, sangrando y sin nadie que quiera acercarse lo suficiente a mi puerta como para darse cuenta de mi estado.

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-Pobrecita... Lo que tiene que soportar...-Una voz aguda me hizo abrir los ojos, observando el alto techo de la catedral iluminado por los ventanales que daban directamente a la luz del sol.

-El pueblo ha decidido su veredicto sobre ella. No hay nada que podamos hacer.-Me levanté, viendo a una rubia y a una mujer pálida hablando.

-No digas eso, Rosaria. Seguro que hay algo que pueda ayudarla.

-No sueñes tanto, niña. Hay cosas que por mucho que uno quiera no puede cambiar.-Mis cejas se fruncieron ante el comentario de la mujer, que comenzó a alejarse haciendo resonar sus tacones por todo el lugar. La de coletas rubias sólo suspiró y se giró para verme, sonriendo levemente en cuanto comenzó a acercarse.

-Buenos días, ____. He curado la mayoría de tus heridas, pero aún debes mantenerte en reposo, tu estado general no es bueno.-Su suave voz me irritaba, haciéndome apartar mi mirada y concentrarla en las vendas que rodeaban parte de mi abdomen, brazos y piernas.

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