21. Pesadillas.

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Corría y corría, mi garganta estaba irritada por el aire frío que la atravesaba, y mis ojos veían borroso culpa de las múltiples lágrimas que se escurrían por mis mejillas.

-No, no, no, no...-Susurraba al borde del arrebato, con el miedo recorriendo mis venas y la adrenalina impulsando mis piernas para seguir corriendo.

Paré en seco en cuanto la observé enfrente mía, haciendo que mi corazón diese un vuelco.

-¿Por qué...? ¿Por qué has vuelto?-Caí hacia atrás tras el tropiezo que mis temblorosas piernas no pudieron evitar.-¿Acaso no te has quedado satisfecha con todo lo que has hecho? ¿No te ha bastado matarnos a todos?-La oscura sombra, de la que solo se distinguía una afilada sonrisa, comenzó a acercarse lentamente, con el arma empuñada en su mano derecha, que parecía contener la sangre de lo que probablemente era mi familia.-Hasta tú, Elvira. Hasta tú tienes que estar muerta por dentro. ¿Qué necesidad hay sino de hacer todo esto?-Callé en seco en cuanto la cuchilla afilada de su espada se posó sobre mí garganta, rozandola.

-Cállate.

-Mátame si quieres. Hace tiempo que llevo esperando esto.-Susurré, con las lágrimas que demostraban el gran dolor que mi pecho atravesaba en ese momento.

El miedo a morir, a no volver a hablar, reír, llorar, gritar. A no volver a amar. A ser un alma vacía y perdida que vaga por los lugares más lúgubres de la tierra, y que desperdicia todo su tiempo arrepintiendose de su desaprovechada vida.

Así es como, al menos yo, me imagino la muerte.

-¿De verdad quieres morir?-Su agarre en el arma se acentuó y las primeras gotas de sangre comenzaron a gotear de mi garganta.

El miedo del que había carecido durante gran parte de mi infancia se apoderó de mí por primera vez en años. El miedo a no volver a despertar, a no volver a sentir, ni amar.

Comprendí en ese instante que no quería morir, que quería seguir viviendo. Que debía seguir viviendo.

-No.-Su carcajada erizó mi piel, y el arma se apartó rápidamente de mi piel, dejándome respirar por primera vez desde que me apuntó con el arma.

Sus tacones resonaron por el suelo de piedra tal y como los recordaba desde mi encuentro con ella. El eco de sus pasos se fue alejando mientras sus carcajadas no se detenían, y yo no pude hacer otra cosa más que rozarme la herida que su amenaza me había provocado, e intentar equilibrar mi agitada respiración.

Volví a tensarme en cuanto la misma arma había vuelto a aparecer sobre mi garganta, dejandome sin aliento.

-Era broma.-Un grito salió de mis labios en cuanto sentí su voz rozar mi oreja, detrás de mí.

Lo último que pude ver fue su arma atacarme brutalmente, haciéndome perder la consciencia.

-¡No!-Mi agudo chillido hizo que mi garganta se irritara.

El sudor, las lágrimas, y el temblor de mis manos no me dejaban analizar la situación: todo había sido un sueño.

Me cogí de las hebras de mi cabello ansiosa, mientras dejaba mis lágrimas mojar las sábanas. La opresión en mi pecho fue tal que hasta la respiración comenzó a ser dificultosa, haciendome toser y llorar aún más fuerte.

Venti apareció alarmado segundos después para ayudarme. Tranquilizó mis lágrimas y me ayudó con algunos ejercicios de respiración.

Ahora estaba abrazada a él tratando de no cerrar los ojos para no recordar la imagen de ella empuñandome por la espalda. Él acariciaba mi cabello tratando de peinar el desastre que yo misma había creado con mis nervios.

SÍGUEME {Venti x Reader} Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora