25. Final: Tú Libertad, Mi Condena.

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POV Venti.

Caminaba por las calles de la ciudad con tranquilidad. Sonreía al saber que hoy volvería a ver a ____, y que al final, todo había salido bien.

Con la lira sagrada entre mis manos, me adentré en la catedral después de comprobar que ella no se encontraba por ninguna parte, pensando que no tardaría mucho en llegar.

No fue hasta minutos después, cuando una mala sensación hizo que el pecho se me entumeciese.

-¿Qué...?-Un fuerte dolor me aturdió. Cuando quise palpar la zona en la que me escocía, me di cuenta de que estaba intacta, sin ningún tipo de herida.

-¿Se encuentra bien, señor bardo?-Una monja se me acercó, y yo solo pude asentir, retomando mi camino hacia la puerta de la catedral.

-Me encuentro bien, gracias.-Un presentimiento, y uno muy fuerte. Eso era lo que sentía.

Me sobé el pecho con el ceño fruncido. ¿A qué venía esa mala sensación? Dvalin había sido purificado, y la ciudad ahora estaba a salvo, así que no deberían de haber inconvenientes relacionados con el dragón o la Orden del Abismo.

Cuando conseguí salir de la catedral, me di cuenta del motivo por el que tenía ese mal sabor de boca.

-¿____?-Su cuerpo, casi inerte, se encontraba a unos metros del edificio, algo escondido.

Me acerqué a ella rápidamente, sin comprender cómo había acabado tan magullada y destrozada. Tenía sangre, la ropa sucia y rota, y no respondía a mis llamados.

¿Habían vuelto a agredirle? ¿Por qué? Se suponía que los que la acosaban estaban bajo vigilancia desde hacía tiempo. Además, hacía meses que no le pasaba algo como esto.

Tampoco entendía por qué no me había pedido ayuda. ____ sabe que con un simple llamado soy capaz de averiguar dónde está y encaminarme en su dirección con la ayuda del viento. Y, a pesar de eso, no he recibido ninguna llamada de auxilio por su parte. Ni siquiera una mención mía que le haga llamar mi atención.

Cuando estaba a punto de agacharme para comprobar su pulsación y heridas, una mano me interrumpió, empujandome lejos.

-Lo siento, chico, pero ahora ____ está bajo mi custodia.-Abrí los ojos cuando me encontré con una mujer con rasgos muy parecidos a los de mi pareja.

Tanto sus ojos, como labios y voz eran iguales. Solo cambiaba esa peculiar y llamativa vestimenta que la que estaba enfrente mía llevaba, y esa expresión carente de vida de la que ____ no era poseedora.

-Elvira.-Susurré. Ella rió.

-Oh, que bien. Podré ahorrarme las presentaciones.-Colocó uno de sus tacones encima del estómago de ____, que continuaba sin despertar. Yo la miré preocupado. No la había visto moverse hasta el momento y, aunque sabía que continuaba con vida, desconocía su situación y sus heridas, por lo que el nerviosismo comenzó a hacer que me piquen los dedos, signo de una ansiedad creciente.

-¿Qué haces en Monsdadt? ¿Y qué le has hecho a ____?-La miré fijamente, sin intimidarme ante su oscura mirada. Intentaba mantener la calma para poder analizar la situación objetivamente. Aún así, no podía evitar desviar la mirada hacia el cuerpo inconsciente de mi pareja.

-En mi defensa, ella ha empezado la pelea.-Se encogió de hombros y observó a su hermana.-Tenía ganas de pelear...

-Está viva.-Señalé.-¿Por qué no la has matado?-Ella sonrió, y caminó lentamente en mi dirección. Quería buscar una forma de sacar a ____ de ahí sin tener que formar una pelea, aunque no dudaría en usar la fuerza si veo que no funciona.

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