18. Érase Una Vez...

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La insignia que hacía saber al resto que era parte de los caballeros decoraba mi camisa con esplendor, al igual que las sonrisas de mis ahora llamados compañeros.

-Enhorabuena, ____.

-¡Sí! Te lo mereces, has trabajado muy duro.-Amber colgó su brazo en mi cuello y yo sonreí con algo de vergüenza.

No podía atribuirme el logro de estar dentro de los Favonius ya que Venti cooperó en gran parte. Además, el espesor de los latidos en mi pecho no se olvidan de la promesa que le hice al arconte el día anterior.

Aprenderé a distraerme gracias a este trabajo. Disfrutaré del tiempo que la vida nos dé, y no volveremos a mencionar un tema tan delicado como aquel. Todo por nuestro bien. Por tener una vida juntos.

-Ya nos conocemos, pero permíteme presentarme como tu compañero.-Albedo se acercó en un momento de la reunión con una sonrisa.-Soy Albedo, jefe alquimista de los caballeros de Favonius. Cualquier duda que tengas, no temas en preguntarme.

-Gracias.-Le agradecí y mantuvimos una pequeña conversación sobre a qué se dedicaba dentro de la sede.

Así fue con varios de los integrantes, hasta que poco a poco la sala se fue vaciando por el trabajo que todos tenían que hacer.

-Hola, jovencita.-Una rubia mujer se me acercó al poco tiempo. Sonreía y sus tacones resonaban en el suelo de madera, potentes.-Soy Lisa, la bibliotecaria. Te conozco por ser tener como mensajera a Eula, que siempre aparece en la biblioteca para poner los libros a nombre de ____. He estado bastante tiempo deseando conocerte. Un placer. Siéntete libre de coger los libros que quieras, eso sí, siempre asegurándote de devolverlos dentro de la fecha indicada.

-Claro, sí, sí. Muchas gracias. De hecho, tengo uno en casa que acabo de terminar. Luego me pasaré a devolverlo.-Ella asintió satisfecha y se despidió con la misma escusa que el resto.

Finalmente me encontraba yo sola. El eco de las muchas voces provenientes de las personas que acababa de conocer resonaba por mi cabeza. No terminaba de comprender el por qué de mi incomodidad. Me gustaba el trabajo, las personas aquí eran muy amables, pero supongo que aún no me acostumbraba a estar en lugares tan alborotados. De hecho, necesitaba descansar un rato antes de salir hacia el despacho de Jean y preguntarle por mi horario de trabajo.

Suspiré cansada, pero me vi interrumpida por unos conocidos ojos que me observaban desde el umbral de la puerta.

-¿Cómo va tu primer día de trabajo?-Venti sonrío, acercándose a mi posición.

-Supongo que bien. Todos parecen muy simpáticos, y no parece que vaya a tener problemas con ello.

-Tranquila. Te acostumbrás al ambiente. Es algo nuevo para ti, dale tiempo.-Comentó de repente, ignorando por completo mis palabras. Parecía que me acababa de leer la mente y que me estaba intentando consolar.-¿De acuerdo?

-Claro.-Intenté sonreir y le sujeté la mano algo nerviosa. Escuchar sus palabras me habían hecho consciente de lo nerviosa que me encontraba. Me temblaban hasta las manos.

Él correspondió el gesto de la misma manera y me acercó para darme un pequeño beso.

-Ve a hablar con Jean, anda.-Susurró cerca de mis labios.-Estaré esperándote en la salida. Vamos a hacer algo hoy, que hace mucho que no salimos juntos.-Me dio otro pequeño beso y yo asentí.

-De acuerdo. Podemos... Hacer un picnic.-Comenté, recordando una antigua charla donde pensamos en salir a merendar al aire libre.

-Iré a por la comida a El Buen Cazador. Si no estoy cuando salgas, espérame aquí.-Dijo después de asentir ante mi propuesta, y salió corriendo con una sonrisa.

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