9. Venti.

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Observaba a través de mi ventana la animada ciudad. Últimamente tenía como costumbre apoyarme en el ventanal de mi habitación y mirar a la gente corriente ir de un lado a otro. A veces, intentar adivinar qué pasaba por la mente de cada persona era entretenido.

-A ese se le han perdido las llaves. Tiene la típica cara de que se le ha perdido algo importante y que no sabe como ir a contárselo a sus padres.

-¿Hablas por experiencia?-Venti, que me escuchaba desde mi cama, se burló, haciéndome sonreír.

-Uy, esa se acaba de pelear con su marido. Acaba de tirar su anillo al suelo con mucha rabia. ¿Crees que debemos ir a consolarla?

-No creo que le haga mucha gracia.-Me giré para observarlo y me crucé de brazos en signo de desaprobación.

-No ayudas en nada. Deberías cerrar la boca si no tienes nada mejor que decir.-El de trenzas me sacó la lengua y se levantó de la cama.

-Vamos a preparar el desayuno, se está haciendo tarde.-Bajamos las escaleras hasta llegar a la cocina y nos pusimos en marcha para hacer el desayuno que ya habíamos planeado ayer por la noche entre susurros hambrientos antes de dormir.

Hace algunos días desde que volví de Snezhnaya. Los primeros días no han sido fáciles, pero, gracias a Venti y a las visitas de Bárbara y Eula, poco a poco he conseguido ir dejando atrás ese tormendo tan cruel por el que pasé en la Nación del norte. He intentado adaptarme al pueblo y, aunque los insultos han cesado gracias al trabajo de los caballeros de favonious, la tensión que se mantiene cuando paso por una calle repleta de gente continúa, por lo que sigo evitando sitios muy ajetreados, como tabernas o locales.

También he tenido la oportunidad de agradecerle al capitán de caballería todo lo que ha hecho por frenar las agresiones. Aunque a simple vista parezca alguien poco serio, puedo ver en su único ojo destapado que comprende la situación de las cosas sin necesidad de preguntar, y que tiene suficiente cabeza como para no dejarse llevar por opiniones ajenas.

También he recibido algunas cartas de disculpas de ciudadanos cotidianos. Parece que la historia sobre mi hermana gemela se ha difundido lo suficiente como para que algunos se arrepientan de sus actos pasados. No les guardo rencor, pero no me sirve de nada tener su disculpa ahora. El daño ya está hecho y poco se puede hacer por revertirlo, aunque, de todas formas, agradezco la molestia de haberme cartas.

En general, todo ha mejorado. Monsdadt ya no era ese sitio donde vivía con miedo, y ahora trato de verlo todo de manera más positiva. Desde que conocí al bardo, cosas buenas han pasado, y ansio por seguir viendo las mejoras que sucedan en mi vida. Quién sabe, tal vez algún día visite la taberna de la que siempre me habla Venti. Dice que el sabor de los alcoholes ahí son exquisitos y que nunca me juzgarían en un lugar como ese, donde todos van a intentar olvidar sus penas. Aún así, aún tengo algo de miedo a entrar en sitios tan pequeños y repletos de gente, así que me quedaré al margen hasta que me vea capaz de hacerlo.

Sobre Elvira, a veces tengo pesadillas. Renace en mis sueños y me dice que vendrá a arruinarme la vida de nuevo, que todos los amigos que estoy construyendo, serán destruidos por ella en un solo parpadeo, y que volveré a quedarme sola. Trato de no dejarme llevar por esa idea. Sé que son sueños y que ella no tiene por qué venir a destrozar aquello que estoy superando. Aunque, de todas formas, hay veces que necesito la ayuda de Venti nada más despertar. Las lágrimas son difíciles de controlar y, cuando no dejan de salir, el sentimiento de ahogo puede conmigo.

Por eso mismo, Venti ha decidido quedarse conmigo unos cuantos días, hasta que vea mejoras en mis sueños. Duerme en una improvisada cama que hemos construido cerca de la mía. Así, cuando no puedo dormir o me entra el pánico, él puede hacer que me olvide de mis pesadillas con cualquier canción o historia que se le ocurra.

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