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A partir de esa noche Jimin decidió hacer las llamadas diarias a su mamá desde el patio trasero, quizás lograría llamar la atención del vecino nuevamente.

Para su desgracia eso no volvió a pasar.

Había visto a Jungkook un par de veces en la semana descargando mercadería en la florería del señor Jeon y con la excusa de limpiar las mesas de la vereda había salido esperanzado de recibir al menos un hola del pelinegro.

No un hola propiamente dicho, claro está, pero al menos un gesto de mano o incluso un leve asentimiento con la cabeza hubiera sido suficiente para dejarlo satisfecho.

Jungkook ni siquiera lo había mirado.

No sabía porque pero siempre que veía al vecino en aquel entorno lo notaba diferente, casi podía asegurar que enojado. Su semblante era más serio e intimidante, muy lejano a esa sonrisa dulce y amistosa que había conocido días atrás.

Quizás a Jungkook no le gustaba ir a la florería, quizás le traía recuerdos no gratos. Jimin tenía muchas cosas en las que ocupar su tiempo, por ejemplo terminar de prepararse para volver a clases en unos días, pero prefería llenar su mente de hipótesis sobre los traumas infantiles de un chico que apenas conocía.

Muy bien Jimin, muy productivo de tu parte.

Se regañaba mentalmente cada día.

(...)

El comienzo de clases en su nueva Universidad tenía a Jimin algo ansioso.

Tener que socializar nuevamente con todos los compañeros y profesores no era algo muy fácil de hacer pero necesario si quería cursar un buen año y estar cada vez más cerca de su objetivo.

Aún le quedaban dos años de carrera para obtener su licenciatura en Psicopedagogía y pensaba luego hacer un máster en crianza y desarrollo emocional infantil. Le había costado elegir la profesión perfecta  pero una vez elegida no tenía un ápice de duda al respecto.

Así que pondría todo su esfuerzo para tener el mejor año, era una nueva cuidad y todo iba a marchar bien. Su buena predisposición no quitaba que los nervios lo ataquen haciéndolo recaer en algunos malos hábitos de su adolescencia.

Había mordido sus uñas tanto que una incluso sangró un poco, así que antes de seguir lastimandose optó por comprar una pelota antiestres como las que solía usar en su casa.

Apretarla o hacerla rebotar contra una pared lo calmaba.

En eso estaba, había estado en llamada con su mamá como cada noche y mientras lo hacía lanzaba la pequeña pelotita una y otra vez. Se había sentado sobre el pasto no muy lejos del cerco, no quería molestar haciendo demasiado ruido.

— bueno mamá... Si si te prometo que ya no las voy a morder más ... Ajá... Estoy haciéndolo justo ahora... ¿Escuchas? Ajá... Mañana te llamo y te cuento cómo me fue en la Universidad... Yo también te amo—

La llamada se cortó y Jimin decidió disfrutar de la noche por un rato más.

El silencio era tranquilizante.

—¡Achú!—

Escuchó claramente desde el patio vecino.

Un estornudo seguido de una risa baja.

Jungkook estaba del otro lado sin dudas. No podía verlo porque al estar sentado en el pasto la cerca se lo impedía a pesar de no ser tan alta.

Sin pensar demasiado en lo que hacía tiró su pelota por encima de aquellas maderas blancas que los separaban.

Era una tontería pero quería que Jungkook se acercara a devolversela.

Algunos segundos después la pelotita volvió a caer cerca suyo. Se la había tirado de vuelta.

Jimin sonrió y arriesgándose a perder su nuevo sistema anti estrés volvió a lanzarla.

Obtuvo una risita baja y divertida en respuesta.

Segundos después la pelota caía nuevamente en su territorio.

Así estuvieron durante algunos minutos, jugando sin verse o decir siquiera alguna palabra, solo podían escucharse las leves carcajadas de ambos.

Jimin no pensaba detenerse, estaba disfrutando mucho.

La lanzó nuevamente entusiasmado pero antes de poder recibirla de vuelta escuchó el ya familiar grito del señor Jeon.

—¡Kookie!—

Sabía que el vecino entraría a su casa inmediatamente. Y así fue. La pelota no regresó y Jimin sabia que la extrañaría al día siguiente cuando esté nervioso a punto de ingresar a clases.

No importaba, las risas divertidas de Jungkook lo habían valido.

Entró a la casa con una sensación cálida en el pecho.

Más tarde antes de dormir preguntó a Tae:

—¿Jungkook nunca jamás te respondió?—

—¿Ah?— dijo algo confundido el castaño.

—Jungkook, ¿nunca jamás te respondió en todos estos años? ¿Ni siquiera con un gesto, un sonido, algo?— volvió a preguntar más detalladamente.

— después de que su mamá se fuera... Ni siquiera una mirada. En el colegio era igual con todos, las pocas veces que supe que habló fue a los maestros pero solo dos o tres palabras y con mucha dificultad.— dijo.

Jimin pensó durante unos segundos.

—¿Y con tu mamá? Me dijiste que con ella tiene una relación especial.

—si la mira a los ojos a veces... Pero no mucho y nunca le responde. Lo que pasa es que al conocerlo desde tan pequeño mi mamá ya lo entiende ¿Por qué preguntas?— cuestionó Tae algo curioso.

El rubio pensaba y pensaba sin parar. Jungkook no solo le había mirado a los ojos la noche de la rosa, también le había respondido asintiendo y negando con la cabeza, y esta noche había jugado con él.

Incluso lo escucho reír varias veces.

No podía evitar sentirse especial. Jungkook estaba comunicándose con él, a su manera.

No sabía por qué razón lo había elegido pero no dejaría pasar la chance de conocerlo y ayudarlo si estaba dentro de sus posibilidades.

—Por nada... Estuve estudiando algunos casos para la Universidad y me hicieron pensar en él.— respondió.

— ¿Tanto puede afectar el abandono de una mamá?— preguntó realmente interesado el castaño, era algo que durante mucho tiempo rondó por su cabeza.

Jimin suspiró profundo.

—el abandono por parte de uno de los cuidadores principales puede ser terrible, generar diferentes traumas, depresión, deficit del desarrollo, miedo al abandono constante, y muchas otras cosas más... Ninguna de ellas buena— respondió con tristeza.

—wow... Ojalá que esa señora donde sea que esté al menos se haya arrepentido de lo hizo— dijo Tae mientras se acurrucaba junto al rubio, listos para dormir.

—ojalá que si— respondió Jimin apenado.

Él había tenido su probada de abandono por parte de su padre, y aunque no tuvo secuelas graves como las que obviamente tenía Jungkook, si había lidiado con algunos cuadros leves de depresión durante su adolescencia y la ansiedad todavía le molestaba de vez en cuando.

Gracias a su mamá y su apoyo incondicional había superado todo aquello y ahora solo luchaba por mantener sus uñas sanas.

Quizás el señor Jeon no había sido guiado correctamente para ayudar a Jungkook.

Jimin se durmió esa noche pensando en aquello.

Últimamente Jeon Jungkook ocupaba casi todo el lugar en su cabeza.








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