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Kim Na-ra los había estado observando desde la cocina, asombrada, en todos los años que tenía de conocer a Jungkook nunca lo había visto de esa manera, sonriendo tímido y risueño.

Taehyung había intentado de una y mil formas ganarse la confianza de aquel chico tan especial desde que era tan solo un niño de cinco años, y jamás había conseguido ni siquiera una simple mirada.

Le dolió en el alma tener que interrumpirlos pero el almuerzo ya estaba listo y debían entrar para asearse y comer.

Así que salió solo hasta la puerta trasera y les llamó.

—Jiminnie ¿Podés despertar a Tae por favor?— le dijo mientras ingresaba a la casa.

El rubio asintió sin problema.

Subió a la habitación y sin un poco de delicadeza despertó a Tae a almohadonazos.

—¡Arriba marmota! ¡Ya está el almuerzo!— dijo entre carcajadas mientras disfrutaba la cara de confusión de su mejor amigo.

Luego se tiró sobre él y empezó a sacudirlo de un lado al otro.

— ¿Adivina quién me habló? ¿Adivina?— exclamaba contento.

Taehyung que todavía estaba más en el mundo de los sueños que en el real no llegó a responder.

—¡Jungkook! ¡Jungkook me habló! ¡Ahhhhh su voz en taaaaan hermosa!— dijo mientras se dejaba caer como bolsa de papas en la cama y se sacudía como como desquiciado.

—¿Qué?— exclamó Tae al procesar las palabras de su amigo.

—fueron solo dos palabras pero ahhhhhh— suspiró exagerado.

Los ojos de Taehyung se abrieron lo más grandes que la hinchazón les permitía.

— no puede ser ... Te estás burlando de mí— acusó.

Jimin negó sonriendo.

— estuvimos plantando flores y le lleve jugo, me sonrió y hasta creo haberle causado un pequeño sonrojo en sus mejillas— continuó hablando con una sonrisa gigante pintada en el rostro.

— ¡yo fui su vecino durante años y hasta le ofrecí mis juguetes favoritos! No es justo que vengas con toda tu hermosura y él te hable así de facil— puchereó enojado el castaño.

—soy irresistible Tae y lo sabes— bromeó Jimin.

El grito de Na-Ra llamandolos a comer los hizo dejar de jugar.

Jimin bajó primero y se sentó a la mesa, Jungkook ya estaba allí con la mirada fija en el plato.

— después de almorzar tengo que salir a hacer algunas compras, no creo tardar pero me gustaría que estés atento si Jungkook necesita algo Jiminnie— habló la señora Kim.

Jimin asintió sin dudar.

Tae se les unió algunos minutos después, todavía con las marcas de las sábanas en su piel y el pelo enmarañado.

— Taehyung espero que al volver no estés otra vez durmiendo— dijo mirando a su hijo de manera amenazante— podrías aprovechar que Jimin y Jungkook están trabajando en las plantas y ponerte a recortar un poco el césped. Por una vez me gustaría tener el jardín tan hermoso como lo tienen nuestros vecinos— concluyó sonriendo.

Tae asintió bostezando.

(...)

Luego de lavar todos los platos como solía hacer a diario, Jimin volvió a salir con intención de seguir acompañando a Jungkook en su labor.

Na-Ra no solo le había pedido que plantara los tulipanes también le pidió que limpiara las otras macetas que tenían tierra seca y flores marchitas, todo con la simple intención de mantenerlo ocupado el mayor tiempo posible para que no notara la falta de su papá.

Sin necesidad de hablarse habían estado trabajando juntos por largo rato, Jimin le ayudaba a sacar la tierra seca para reemplazarla con nueva y luego ya conociendo los pasos a seguir plantaron diferentes semillas que el pelinegro había sacado de una bolsita guardada en el bolsillo de su overal.

El rubio jamás en su vida había hecho algo similar pero estaba encontrando la respuesta a porque Jungkook disfrutaba tanto haciéndolo. Era muy relajante y le hacía olvidar de todo lo que rondaba por su cabeza. La tierra húmeda se sentía fresca en sus manos y el hecho de pensar en ver crecer las flores ya le daba mucha ilusión.

—ya quiero verlas crecer— exclamó Jimin entusiasmado y perdido en sus propios pensamientos.

— V-van a ser m-muy bonitas— dijo el pelinegro con esfuerzo— c-como vos— agregó luego más bajito pero Jimin lo escuchó perfectamente.

Podía morir y revivir en ese instante.

Sintió sus mejillas acaloradas como hacía mucho no le pasaba.

Estaba pensando que responder cuando Tae salió de la casa cargado con todas las cosas necesarias para cumplir con lo que su mamá le había encargado.

—¡Jiminah ayúdame!— lloriqueó.

El rubio se apresuró a tomar algunas cosas en sus manos socorriendo al castaño.

Pasaron el resto de la tarde así, limpiando y ordenando las macetas de diferentes maneras hasta que estuvieron satisfechos.

La señora Kim volvió  de hacer sus cosas y se deleitó con la vista de los tres chicos trabajando arduamente en el jardín trasero.

Jimin y Tae jugando y corriendo para mojarse mutuamente mientras regaban y Jungkook sentado observándolos tranquilo desde el rincón más seguro del patio, él no corría ni gritaba como los otros dos pero al menos estaba allí, estaba compartiendo el momento a su manera.

Eso la hizo sentir muy felíz. Siempre había deseado poder ayudarlo, desde aquella terrible noche en dónde lo vió y escuchó llorar desgarradoramente.

Esperaba que la llegada de Jimin despertara nuevas sensaciones antes dormidas en el pelinegro. La forma en la se miraban disimuladamente decía mucho, Na-Ra no tenía casi cincuenta años para nada.

Esos dos chicos estaban desarrollando sentimientos el uno por el otro y deseaba de corazón que si el amor crecía entre ellos sirviera para sacar a Jungkook de esa cárcel silenciosa en la que estaba sumergido desde hacía tantos años.



































Maratón 2/?

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