Epílogo

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Cuatro años habían pasado desde la primera vez que Jimin y Jungkook habían cruzado sus miradas.

Cuatro años colmados de recuerdos, de altos y bajos, de días hermosos y noches de pesadillas pero finalmente podían decir que Jungkook había alcanzado una estabilidad emocional saludable.

Tal y como Jimin había esperado el pelinegro fue diagnosticado con TDI (trastorno de identidad disociativo) o antiguamente conocido como personalidad multiple.

Identificar a cada alter había sido un proceso lento para Jungkook. Si bien había convivido con ellos siempre nunca había sido de manera conciente.

Para el rubio también fue toda una aventura.

Por el momento y después de mucho trabajo y sesiones con el psicólogo el pelinegro podía reconocer claramente a tres. No sabía si había más o si en el futuro se sumaria algún otro.

La primera vez que Jungkook disoció fue la noche del asesinato de su madre. Esa situación de extremo dolor y miedo había causado que su mente se quebrara y nacieran sus primeros dos alters.

Su alter niño, el que no habla, el que ama los juegos y hacer dibujitos tiernos con lápices de colores. El que duerme abrazado a su osito aunque esté viejo y descolorido.

Kookie había tomado el control durante casi toda su infancia, era dócil y siempre obedecía a su papá.
Ya no salía a la luz tan seguido como antes pero cuando lo hacía Jimin se encargaba de jugar con él y hacerlo reír hasta que le dolieran las mejillas.

Esa noche también se formó mamá, la única alter femenina que vive en la mente del pelinegro. Ella fue la manera que encontró su inconsciente de llenar el vacío dejado por la muerte de Hanna.
Mamá fue durante muchos años la que lo ayudó a sobrevivir. La que le dio palabras de ánimo y le aseguró que todo iba a estar bien.

La próxima vez que Jungkook disoció fue entrando en la adolescencia, cuando se sintió en peligro mientras era molestado por otros chicos de su edad en el colegio.
El pelinegro, inseguro de si mismo y con problemas de habla no tenía las herramientas para defenderse, fue entonces cuando Jihyun llegó.

Jihyun fue desde entonces su alter protector. Alguien más valiente que él, capaz de golpear a quien sea que se cruzara en su camino.

También era el que a veces lo metía en problemas.

Por culpa de Jihyun lo habían echado del colegio, por él había recibido varias palizas en manos de su padre, fue Jihyun el que rompió la nariz de Mingi aquella noche en el bowling y también fue él el que empujó a Jungkook a reaccionar cuando Seung estaba a punto de matar al rubio.

Era su parte luchadora y desconfiada.
Amante de la música y de hacer ejercicio para mantener sus musculos.

Jungkook era el anfitrión, el cuerpo que contenía todas aquellas personalidades.

Curioso, coqueto, el que podía pasar horas y horas trabajando en un jardín, el que acariciaba las flores con amor y el que dibujaba a lápiz como un profesional.

Jimin los amaba a todos.

Hasta la noche en dónde el rubio había sido atacado, los alters habían tomado el control de manera aleatoria, dependiendo de la situación y de lo que hiciera falta para mantener a Jungkook a salvo. No permitían que el pelinegro accediera a todos los recuerdos, eso causaba sus lagunas mentales y que no recordara ciertas partes de su día o incluso lo ocurrido con su mamá.

Revivir aquella horrible situación había roto cualquier barrera puesta por los alters, liberando todos los recuerdos que hasta entonces habían estado resguardados, generando un colapso monumental que desencadenó luego en los meses siguientes en los que el pelinegro había estado perdido en su propia cabeza.

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