-Me gustas. -dije de repente.
No pude evitar sorprenderme por mi espontánea admisión. Sabía que el sentía algo por mi también, pero no pude evitar avergonzarme. Ya sentía como comenzaba a sonrojarme, sabía que pinta debía tener ahora con la cara, el cuello y las orejas rojas. Ahora si que estaba muerta de vergüenza, intenté apartar la mano que sujetaba y taparme la cara, pero la aprisionó entre las suyas y tiró de mi hasta que quedé tumbada encima de él.
Escondí mi cara contra su cuello y me negué a salir de ahí. Sentía la suave risa de Carlisle y su suave masaje en mi espalda.
-¿Por qué te escondes, cariño? -preguntó suavemente sin dejar de hacer círculos suaves en mi espalda.
Negué con la cabeza, todavía escondida.
-Nunca se lo había dicho a nadie. -dije con la voz ahogada contra su camisa. Esperaba que no lo hubiera oído, pero eso era bastante difícil, había notado desde el principio que los sentidos de Carlisle estaban muchos más desarrollados que los míos.
Note el leve movimiento de su pecho mientras soltaba una suave risa.
-No puede negar que eso me complace. Yo tampoco había sentido na parecido por nadie. Puede ser egoísta por mi parte, pero que tú tampoco lo hayas sentido me gusta más de lo que debería.
Después de escuchar todo eso saqué la cabeza de mi escondite y lo miré con una sonrisa en mi cara. Sabía lo que sentía por mí, pero escucharlo lo hacía más real.
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Carlisle Cullen
VampireYa estaba contando los días para poder volver a casa cuando mi mirada su cruzó con la suya. En ese momento caí. Lo supe, estaba perdida, no volvería a casa.