Capítulo 13

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Sus labios eran duros y exigentes contra los míos, su lengua luchaba por entrar en mi boca y dominarme. Ya no registraba nada que no fuera su lengua en boca, no sentí la pared que se presionaba contra mi espalda ni su mano dominante en la parte posterior de mi cuello. Sólo podía concentrarme en ese beso, mi primer beso. Pero sabía que nada ni nadie podría igualarlo.
Cuando ya me estaba quedando sin oxígeno me soltó, pero no se separó, no dejó de dominarme con su cuerpo. No dijo nada, pero no era necesario, podía ver como me había afectado.
Quitó su mano de mi cuello y la puso en mi mejilla, comenzó a acariciar suavemente mi cara, casi con reverencia.
Soltó un suspiró y apoyó su frente en la mía.
-No puedo hacerlo.
Podía sentir el miedo creciendo dentro de mí, no estará hablando de dejarme, ¿verdad?
-¿Hacer qué?
Él pareció sentir el miedo porque empezó a acariciar suavemente mis mejillas, instándome a relajarme.
-Dejarte, no puedo dejarte, estar lejos estas semanas ya fue demasiado.
Sentí un peso irse de pecho y sonreí, una sonrisa auténtica.
-Bien, porque no quiero que me dejes, no sé que es esto, pero hay algo, es más de lo que he sentido por nadie y no te quiero lejos. Me gustas, mucho. -confesé ruborizándome.
Me cogió en sus brazos como si no pesara nada y me llevó al salón.
-No hagas eso, no soy tan ligera como para que me lleves, vas a lastimarte.
-¿Por qué dices eso?
-¿No es obvio? - contesté mientras se sentaba conmigo en su regazo. -pesó unos cuántos quilos más de los que debería.
Vi su ceño fruncirse y como se oscurecía su rostro.
-No, eso no es cierto y no permitiré que digas nada malo de ti misma. Me atraes profundamente, desde que te conocí no ha habido una noche que no pensara en lo que se sentiría al entrar en ese coño mojado que me está tentando ahora mismo. ¿Crees que pensaría en eso si no fueras atractiva para mí?
-Supongo que no. -dije sin aliento, debido a la excitación de escucharlo hablar así.
-Bien, pero tendré que castigarte por haber hablado así de ti misma.
-¿Cas... castigarme?
Tan rápido que no lo ví venir, me movió hasta que quedé acostada en su regazo.
-Te daré diez azotes.
-¿Qué? - contesté con la boca seca de la excitación.
Siempre había mantenido esta faceta lo más enterrada posible, no pensé que él pudiera ver a través de mí y saber que esto me excitaría.
Cuando el primer azote golpeó mi trasero no pude evitar gemir, no fue duro, él no quería lastimarme, sólo excitarme, y lo estaba consiguiendo. Los nueve azotes restantes cayeron en mi culo de manera constante y erótica, calentándome y haciendo que me mojara como nunca antes lo había estado.

Carlisle CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora