Al llegar a la cocina le pedí que se sentara mientras buscaba en las estanterías el café. Al encontrarlo me giré hacia él.
-¿Te gusta el café?
Sonriéndome suavemente negó con la cabeza.
-No, gracias, no es necesario.
-Bien, peor para ti, pero yo voy a tomarme uno, tengo mucho sueño y no creo que daba dormir por ahora, sólo son las ocho.
Cuando localicé la cafetera me la quedé mirando un rato sin saber que hacer, no había visto una como esta en mi vida, ni siquiera sabía donde se metía el café.
-Mierda, tendré que decirle a mi padre que me enseñe a usarla. - dije mientras seguía inspeccionándola.
De repente sentí el pecho del doctor Cullen contra mi espalda, sobresaltándome.
-Déjame a mi, sé como funciona, hay una igual en el hospital.
-Gracias - dije mientras me giraba, quedando atrapada entre su pecho y la encimera. No pude evitar ruborizarme al sentir como mis pechos tocaban el suyo.
El Dr. Cullen al ver mi sonrojo sonrió suavemente intentando tranquilizarme y dio un paso atrás.
-Puedo ocuparme del café, ¿por qué no buscas una taza mientras?
No lo pensé dos veces y me alejé rápidamente con la excusa de buscar una taza. Cuando la encontré me senté en la mesa esperando que acabara de preparar el café.
El silencio era un poco incómodo después de la situación tan inusual que habíamos pasado.
Cuando el café estuvo listo me lo sirvió y se sentó delante mía.
-Bueno, cuéntame algo sobre ti. ¿Qué haces en Forks?
ESTÁS LEYENDO
Carlisle Cullen
VampiriYa estaba contando los días para poder volver a casa cuando mi mirada su cruzó con la suya. En ese momento caí. Lo supe, estaba perdida, no volvería a casa.