C A T O R C E

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¿Quieres esto tanto como yo?

Maia

Sus labios me saben a la mismísima gloria.

Tienen ese deleite que satisface mi necesidad y me llena el pecho de adrenalina porque sigo prendida de su boca sin siquiera importarme que me estoy ahogando por la falta de oxígeno. No quiero parar, nada puede volver a ser lo mismo porque ahora ya sé el sabor de sus labios y creo que tendría que volver a nacer para olvidarlo.

Jadeo ansiosa contra sus labios. Él maniobra con sus ágiles manos, hurgando dentro de mi camisón blanco, sus dedos rozan mis pliegues suavemente y dejo de respirar por un instante, estremeciéndome bajo él mientras permito que todas las sensaciones prohibidas me invadan.

Hunde dos dedos dentro de mí con la facilidad que le permite mi humedad, arqueo la espalda con satisfacción y aferro mis manos alrededor de su cuello mientras muerdo sus labios desesperadamente, necesitando un soporte ya que no puedo controlar todo los espasmos que me sacuden de manera brusca e insaciable.

Una oleada de calor se aglomera en mi bajo vientre y pongo los ojos en blanco. Derek se separa de mí y me mira fijamente con una sonrisa perversa que me calienta el corazón.

No deja de darme placer con sus dedos y mientras lo hace, sus ojos están puestos sobre los míos. No quiere perderse los gestos que hago cuando me toca.

—Córrete sobre mis dedos —gruñe áspero y siento que mi sangre comienza a hervir—, vuelve a empaparme, cariño.

Acelera sus movimientos y me tenso cuando siento una presión instalándose en mi sexo, que comienza a palpitar desenfrenadamente. Sin saber que más hacer, aprieto los labios y me sujeto de él para no caerme porque mis piernas pierden la fuerza.

—Derek... —jadeo trémula cuando llego al clímax, vaciando parte de mis jugos sobre sus dedos.

Él me mira realmente complacido y sonríe antes de darme un beso corto en los labios. Trato de regular mi respiración y apoyo mi frente en su hombro mientras siento su aliento golpeando mi cuello. Sus brazos me envuelven como si no quisiera dejarme ir y no puedo hacer más que dejar escapar un resoplido para luego desenredar mis piernas de su cintura, extasiada por el millón de sensaciones que me atraviesan de golpe.

Me pongo de pie con dificultad, sintiéndome aturdida y desorientada por los espasmos que quedan después de lo que hicimos, pero aún así, no caigo, ya que su brazo sigue rodeando mi cintura. Me mantiene firme junto a él y no me suelta, y esa acción hace que mi corazón lata desbocado, aunque él debería ser la última persona por la cual mi corazón debería latir.

Su mirada lúgubre se posa en mis labios, y trago saliva, sintiendo cómo cada partícula de mi cuerpo lo anhela de una manera insana.

—No creo que pueda dejar de besarte. No puedo tener suficiente de ti —siento la humedad acumulándose entre mis muslos—, no ahora que probé tu boca. No puedo detenerme, porque sé lo que me perdería.

Le sonrío en respuesta, tratando de enmascarar mi vulnerabilidad. No encuentro las palabras adecuadas para expresar lo que realmente siento. Él me observa expectante, y vislumbro un ápice de miedo agitándose en sus ojos.

—¿Qué pasa? —susurra—. ¿Por qué me miras así?

Titubeo un instante antes de responder.

—Es solo que... no sé cómo explicarlo. Es demasiado. Tú eres demasiado.

Él frunce el ceño, y puedo ver cómo su mano se tensa antes de acariciar mi mejilla, sus dedos recorriendo mi piel con una ternura que contrasta con su expresión.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora