C U A R E N T A Y T R E S

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Continuar con tu vida



Maia

Desde hace más de dos meses que me marché de Hawái, dejando todo atrás, incluso mi corazón.

Sin embargo, no hay ni un sólo día en el que no piense en él. En el que no recuerde esos hermosos ojos grises que son mi perdición. Y aunque todavía no me arrepiento de la decisión que tomé, siento que no puedo respirar si él no está conmigo. Que me cuesta mucho avanzar. Porque nunca preví que lo extrañaría tanto como lo hago. Demasiado. No sabía que sería tan duro estar sin su compañía y ahora tengo que lidiar con las consecuencias de mis propios actos, porque a pesar de todo, sigo creyendo que hice lo correcto.

Pero cada día es más difícil lidiar con su ausencia. No sé cómo ni cuándo me acostumbré tanto a él, a tenerlo cerca la mayoría del tiempo, a nuestras interminables conversaciones en la madrugada, a su voz, a sus deseosos besos. A él.

No sé cómo me las arreglo para vivir mi vida. Porque no parece que tenga una sin él a mi lado. Estoy incompleta. Le necesito como nunca imaginé necesitar a alguien. Esa es la única verdad.

Sin embargo, cada vez que pienso en contactarlo, en volver y retomar lo nuestro desde donde lo dejamos, recuerdo todas esas incontables veces que me dijo que no podía darme lo que merezco. Esas dolorosas palabras dónde me aseguraba que no era el hombre adecuado para mí. Lo recuerdo todo.

Sé que no está preparado para amarme como yo quiero. Y eso es lo que me frena. Lo que me detiene de hacer algo para recuperar lo que teníamos. Porque yo sí quiero que vuelva, pero necesito que me ame por quien soy sin avergonzarse de ello... y a estas alturas no sé si eso va a pasar algún día.

Todavía recuerdo la última conversación que tuve con Emily en el hospital antes de irme. Ya no estaba enfadada, supongo que sólo decepcionada conmigo y con la forma en que la traicioné.

Porque aunque ella no había hecho la pregunta, yo tenía la certeza de que sabía lo que yo no me atrevía a decir.

Cuando salí del cuarto donde se encontraba Derek y me encaminé a la sala de espera, con el corazón hecho pedazos, intenté pasar por su lado sin decir nada más, no lo creía necesario después de los eventos que había desencadenado el ser descubierta, además, ya no quería arriesgarme a montar una escena en un hospital. Pero ella tenía otros planes.

Debería haber sabido que Emily no me dejaría marchar sin darle una buena explicación.

—¿Así es como van a ser las cosas? ¿Lo vas a dejar estando en este estado? —Su tono se volvió más frío, cortante. Supuse que Allen ya la había puesto al tanto de mis planes.

Pero eso no quitaba el hecho de que no reconocía a la persona que había sido mi mejor amiga durante años debajo de esa máscara de indiferencia.

Traté de contener el fastidio y la sensación de tristeza que se instaló en mi estómago. No valía la pena.

—Es mejor así —me limité a decir.

Hizo un gesto de incredulidad y soltó una risa sarcástica que retumbó en mis oídos. El sonido me incomodó. —¿Y cómo es que dejarlo lo mejora todo? —cuestionó, tosca.

Me encogí de hombros. Realmente no tenía una respuesta en ese momento.

—No espero que lo entiendas, pero es necesario —Ella negó con la cabeza, sus ojos grises, tan parecidos a los de su padre, enrojecidos por las lágrimas que no se habían secado.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora