T R E I N T A Y C I N C O

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Siempre contigo



Maia

No recuerdo muy bien la hora exacta en que me rendí ante el sueño para ser sincera. Los últimos recuerdos que tengo en mi mente son de Derek y yo tomando turnos para empujarnos en el columpio mientras cantábamos On Top Of The World de Imagine Dragons.

Una canción bastante pegadiza que después de compartir más cosas sobre nosotros descubrimos era el placer culposo de ambos, aunque puede que en más de una ocasión hayamos cambiado la letra y posiblemente inventado nuevas palabras. Pero qué más da, lo único que importa es que pudimos disfrutar un poco estando a solas bajo la luz de la luna y esa brisa fresca.

Cuando Derek se dio cuenta de que empezaba a tener frío gracias a la brisa nocturna, sugirió subir a mi habitación, que se encontraba hecha un caos porque ya había empezado a empacar algunas cosas desde la mañana. Noté cómo su expresión se entristeció al darse cuenta de que en sí el tiempo se nos había acabado, sin embargo, aunque pude comprender que se sentía impotente, se abstuvo de hacer comentarios al respecto.

Yo tampoco dije nada. No quería hacerlo.

Solamente me cambié de ropa y me puse el mismo pijama que consistía en mi simple camisón que recientemente había lavado. Él optó por quedarse en un par de bóxers, ya que no quería perder el tiempo yendo a cambiarse a su habitación. Fue una elección que no me molestó en absoluto y él lo sabía.

Hacía días que había dejado de sentir esa vergüenza sofocante cuando me mostraba en poca ropa o incluso desnuda delante de él, ya no había miedos, tampoco me producía un torbellino de nervios verle expuesto, claro que seguía deseándole con la misma o quizás más intensidad que antes, pero no sentía ese impulso asfixiante de huir y esconderme de su intensa mirada.

Ya no me apenaba exponer mi cuerpo desnudo ante sus ojos porque confiaba plenamente en él. De alguna manera había conseguido ahuyentar esa vocecilla que me hacía dudar de cada aspecto de mi físico. Cuando él estaba cerca, no había tiempo suficiente para permitir que mi mente divagara en esas direcciones. Era como si Derek hiciera de su misión personal recordarme cada cosa buena que olvidaba acerca de mí misma.

Ante sus ojos era hermosa y creo que nunca en mi vida la opinión de nadie me había importado tanto como la suya. Podría sonar bastante absurdo pero iba más allá de su aprobación, se trataba más de cómo me hacía sentir.

Especial. Amada. Suficiente.

Nunca más quería volver a sentir menos de lo que sentía cuando estaba con él.

Porque era todo lo que siempre había deseado.

Tal vez eso era lo que más me asustaba, tener la certeza de que nunca podría sentirme así con nadie más, y renunciar a esa sensación de plenitud que había encontrado en el lugar menos esperado era demasiado para mí. No podía soportarlo.

Así que decidí no gastar mis energías en ello.

Y creo que justo en ese instante donde nuestros labios volvieron a colisionar en alguna hora de la madrugada, me perdí completamente en sus besos necesitados, en ese aroma tropical que siempre desprendía y que tanto me embelesaba. Esta vez nos acariciamos más lento de lo habitual, tomando nuestro tiempo para deleitarnos de cada segundo que nuestras pieles se tocaban, se acariciaban, se despedían, atesorando lo último que quedaba de nosotros.

Aferrándonos a ello porque tenia el presentimiento que no volveríamos a tenerlo.

Todo se sentía más fuerte entre nosotros, intenso, esta vez había más emociones implicadas, sensaciones arrasando con todas las reglas que me impuse antes, que mi mente no tuvo ninguna oportunidad de actuar con racionalidad porque sabía que lo deseaba más que a nada.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora