V E I N T I C U A T R O

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Ella siempre será mi prioridad


Maia

Después de aproximadamente dos horas de viaje; cuarenta minutos en avión de la isla grande Hawaii a la isla Maui y más de una hora en carro, por fin llegamos a nuestro destino; una hermosa casa de dos pisos situada en plena naturaleza y muy cerca de la playa.

Nos fuimos por la mañana para evitar contratiempos y sobre todo porque Evan quería hacer unas compras de última hora, aunque debo admitir que no quería irme. Me resultaba demasiado difícil dejar a Derek solo en una casa tan grande y sin nadie con quien pasar el tiempo. Fue una mierda.

Sé que no debería preocuparme ni importarme demasiado lo que hace por la sencilla razón de que no somos nada, sin embargo, es imposible no hacerlo, él ha conseguido colarse en mis pensamientos y en mi corazón.

Hace que me resulte tan fácil preocuparme por él, las palabras que me dice, sus dulces besos, sus gestos tan considerados que me derriten el corazón y me hacen desear que se quede para siempre en mi vida. Que no sea una aventura pasajera.

Especialmente anoche, porque aunque nunca podamos poner una etiqueta a lo que tenemos entre nosotros, se sintió más real que nunca...

Se escabulló en mi habitación la noche antes de irnos para estar conmigo. No pude evitar entrar en pánico porque sentí que Emily nos atraparía en cualquier momento y terminaría por perderlos a los dos. Él notó mi repentino nerviosismo y supe que en el fondo esperaba que no lo rechazara.

No lo hice. Ni siquiera cuando mi cerebro me lo pedía a gritos, no me atreví a pedirle que se fuera, dejé que se quedara conmigo, sabiendo que esa sería la única manera que tendríamos para estar juntos antes de irme.

Se tumbó conmigo en la cama y pasó sus grandes y fuertes brazos alrededor de mi cuerpo mientras me besaba la frente con afecto, susurrando lo mucho que me echaría de menos durante esos días. Y aunque no se lo dije en ese instante, por falta de valentía o por las miles de inseguridades que me acompañan a diario, nunca antes me había sentido tan segura y querida por alguien en mi vida.

Porque, mientras me abrazaba como si fuese lo más importante de su vida, él era mi lugar seguro y, en ese preciso instante, todas mis dudas acerca de lo que tenemos se desvanecieron por completo y supe que sería difícil alejarme de él para siempre.

También lo abracé con fuerza, lo sostuve entre mis brazos como si fuese mi fuente de oxígeno, sólo quería quedarme con él y no dejarlo ir nunca.

Por un instante tuve la sensación de que él se percató de lo que intentaba hacer al aferrarme a su cuerpo de tal manera, que por un momento temí que pudiera leer mis pensamientos.

—No te vayas —pedí—, no me dejes esta noche.

—No iré a ninguna parte, Maia —rozó levemente sus labios con los míos y casi le creí—. No sin ti —agregó enseguida.

Cuando escuché sus palabras me resultó imposible no recordar que mi estancia en su casa estaba llegando a su fin más rápido de lo que me imaginaba.

—Pero yo si tendré que hacerlo —le respondí, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.

Un atisbo de tristeza brilló en sus ojos y tragué saliva, sintiéndome abrumada con las emociones que me avasallaban en ese preciso instante.

Se tomó unos segundos antes de contestar, que incluso pensé que no lo haría.

—Entonces, cuando llegue el momento, te prometo que seré el primero en dejarte ir.

Juró pero no se atrevió a mirarme a los ojos mientras lo hacía. Y yo no me atreví a cuestionarlo.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora