V E I N T I C I N C O

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Las cosas buenas no vienen sin luchar


Derek

La casa sin ellas no se siente como un hogar.

Apenas han pasado dos días desde que se marcharon y siento que sido una eternidad. Puedo comprender porque hecho de menos a Emily, es mi hija y la mayoría del tiempo está conmigo. Lo que no entiendo es esta necesidad de tener a Maia cerca a cada instante.

Es jodidamente estresante no poder concentrarme en algo más que no sea en ella, en saber si está bien, si no está aislándose de los demás porque no se siente lo suficiente segura de sí misma, si no ha comido porque cree que va a subir de peso o se sentirá culpable...

Dios, ¿en que momento me permití a mí mismo encariñarme de esta manera?

Termino soltando un resoplido y me paso la mano por la cara, frustrado con el mundo entero, pero principalmente conmigo por no tener un orden establecido como solía tenerlo en el pasado.

Mi vida era mucho más fácil antes de la llegada de Maia, esa es la verdad, porque cuando la vi no pude evitar posar mis ojos en ella y cuestionar cada aspecto de mi vida hasta ese momento, dándome cuenta de que la rutina en la que vivía era monótona y no era feliz como me hacía creer. No importaba lo estable o lo bien que me fuera en mi trabajo. Realmente no tenía una motivación que me hiciera seguir adelante, simplemente hacía las cosas porque sabía que tenía que hacerlas.

Emily era mi motor para impulsarme, sabía que tenía que dejar de lado mis sentimientos y construir un futuro para ella, pero nunca fui capaz de admitir en voz alta lo infeliz que era. Era egoísta sentirme así cuando tenía una gran hija que hacía que mi vida se sintiera casi plena.

Sin embargo, todo ha cambiado y no tiene ningún caso negarlo, Maia le ha dado un sentido diferente a mi patética vida. Nunca pensé que habría un día en el que me sentiría inspirado para hacer algo por alguien más sin esperar nada a cambio, nunca supe que podría sentir esta absorbente necesidad de cuidar de otra persona además de mi propia hija, y sería un maldito mentiroso si dijera que me arrepiento de todo lo que ha pasado entre nosotros.

Porque no es así, no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Nunca seré capaz de arrepentirme de ella.

No cuando ella me hace sentir tan vivo, como si hubiera estado adormecido todo este tiempo y no hubiera estado disfrutando realmente de todo lo que la vida tiene para ofrecer...y esa sensación de plenitud es algo a lo que me podría acostumbrar fácilmente si ella está conmigo.

Descargo las piezas de madera gruesa y los demás materiales que le encargué a Carlos hace unos días, él es un muchacho que trabaja para mí desde hace tres años y sabe dónde conseguir material de buena calidad. Llevo todo dentro del garaje y saco parte de las herramientas que casi nunca uso, para empezar a construir algo que ha estado rondando mi cabeza desde que salí a dar un paseo con Maia a la playa.

Hago las medidas necesarias en la madera y comienzo a cortarla con el serrucho tratando de no estropearla. No es tan difícil como pensaba que sería, incluso puede ser divertido, pero siendo sinceros, también necesito algo con que distraerme para no seguir pensando en mí castaña. No es sano.

No me demoro mucho cortando el pedazo de madera que necesito, cuando me aseguro que ha quedado como quiero, reviso la caja de herramientas, tomo un trozo de lija y con el lado abrasivo comienzo a alisar los bordes de la madera para tonificarlos y asegurarme que no puedan lastimarla con las astillas.

Una vez acabo de lijar la madera, saco unos botes de pintura de las bolsas que trajo Carlos y procedo a pintarla con un tinte medio de roble, nunca se me dieron muy bien las manualidades pero hoy desperté con inspiración de sobra y no creo que algo sencillo pueda costarme tanto trabajo. Aunque sé que no debo subestimar nada. Pero estoy intentado hacer un buen trabajo.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora