T R E I N T A Y S E I S

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Finalmente he renunciado a ella



Derek

Cuando salgo de la consulta con la psicóloga que agendé algunas semanas atrás, lo único que soy capaz de sentir es una sensación agridulce e intranquila clavada en el pecho. Llevo demasiado tiempo posponiendo este momento que quizá olvidé concretarlo.

O tal vez no quería inmiscuirme en la vida de Maia más de lo ya lo había hecho, principalmente porque ella ha dejado bastante claro que no se siente cómoda compartiendo esto con otra persona.

Pero la verdad es que tampoco puedo seguir ignorando lo obvio y pretender que no pasa absolutamente nada cuando no es así; ella me importa demasiado como para mantenerme al margen de todo lo que la involucra.

Sin embargo, muy a mí pesar, no hay nada más que pueda hacer para ayudarla.

No cuando su vuelo sale en dos días y volverá a San Francisco, su hogar, el lugar donde ella realmente debe estar.

Me ha quedado muy claro que es ella la que tiene que trabajar en sí misma, la que debe aceptar que no está bien después de todo lo sucedido, que todavía hay heridas que no han sanado como quiere hacerse creer.

Y pese a que he intentado todo para asegurarme de que esté bien, de que se sienta reconfortada por alguien, también necesito tener la certeza de que tendrá una vida feliz porque solo así podré continuar con la mía.

No podría vivir conmigo mismo sabiendo que ella sufre, que no es feliz, y que pasa los días sintiendo que nadie más la entiende. Simplemente no lo resistiría.

Ni siquiera sé cómo abordar esta conversación con ella. No tengo idea de cómo intentar convencerla de que decida tomar ayuda profesional porque no quiero que se sienta acorralada y se vaya en malos términos conmigo.

Lo último que deseo es verla deprimida por mi maldita culpa, pero también sé que debo intentar hacer lo posible por mostrarle mi apoyo. Tiene que saber que aunque esté a miles de kilómetros de mí, jamás dejaré de preocuparme por ella. De velar por su bienestar.

Ahora todo se siente tan desordenado que ni siquiera puedo empezar a entender cuando todo salió mal. No puedo comprender en qué momento permití que esto llegara tan lejos.

Debí ser más fuerte. Mantener en claro mis prioridades, pero no lo hice. No pude.

Desde el principio supe que lo correcto y lo más sensato por hacer era alejarme, mantenerme al margen de todo lo que tenía que ver con ella. Pero me fue imposible hacerlo. Me fue imposible no enamorarme de ella. Porque aunque suene extraño, tengo la sensación de que de alguna manera ella está hecha para mí.

Que ambos estamos hechos el uno para el otro, porque nos complementamos en tantas maneras que juraría parece obra del destino, aunque la gran diferencia de edad diga lo contrario.

Porque ella me hace sentir más vivo que cualquier otra cosa en mi vida. Ella es todo lo que siempre he querido pero he sido demasiado cobarde como para salir a buscarlo porque la sola idea de ser feliz me sigue aterrando más que nada.

Me aterra afrontar una vida con ella tanto como afrontar una sin ella.

Me aterroriza todo, esa es la verdad. Y no puedo dejar que esos miedos la afecten. Me prometí a mí mismo que mis miedos jamás le harían daño, y este soy yo intentando mantener esa promesa.

No pienso arriesgar su bienestar emocional cuando sé que no puedo ofrecerle la estabilidad que necesita, no cuando me he dado cuenta de que ni siquiera yo la tengo en mi vida.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora