D I E C I N U E V E

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Quizás ya lo estás

Derek

Cuando despierto por los rayos del sol que se filtran por el ventanal y no la encuentro acurrucada a mi lado como lo estábamos cuando nos quedamos dormidos, no me sorprende en absoluto, es de esperarse con todo lo que ocurrió hace apenas unas horas.

E incluso con solo recordar la sensación de estar hundido dentro de ella, mi corazón late desbocado, el aire me comienza a faltar y tengo que obligar a mis pulmones a retener el oxígeno porque sigo sin entender la razón detrás de tanto desorden.

¿Qué diablos sucede conmigo?

Salgo del despacho bostezando y masajeando mi cuello al mismo tiempo, ya que haber dormido en el pequeño sillón no fue la idea más grandiosa que he tenido en años, sin embargo, no me arrepiento de lo que hicimos, pero no puedo negar que me alegra que Maia se haya ido. No se como puedo volver a verla a los ojos después de lo sucedido.

No entiendo que paso conmigo ni porqué actúe de esa manera con ella, sólo sé que las ganas de castigarla, de hacerle sentir esa frustración que me consumía eran incontrolables, me sentía sofocado y cuando ella sometió su voluntad ante mi y me dejo follarla de esa forma; tan cruda y salvaje, supe que no deseaba compartir ese momento con alguien más que no fuese ella.

Jamás dejé que mis instintos carnales y deseos manejaran mi vida sexual, me limité a vivir con lo suficiente para satisfacer mis necesidades, pero con ella todo es diferente y el hecho que me permita gozar de su cuerpo de esa forma no hace más que alimentar la lujuria que siento hacia ella.

Subo escaleras arriba, camino por el pasillo para llegar a mi habitación, pero inconscientemente termino en la de Maia y cuando alzo la mano para llamar a su puerta, me detengo al instante, cayendo en cuenta de la estupidez que estoy cometiendo y de lo desesperado que he de parecer ante sus ojos.

Necesito controlar esta necesidad de estar con ella todo el maldito tiempo. Ella y yo no somos nada y aunque me muera por verla antes de ir al hotel, es mejor no mezclar las cosas, ya que no quiero que se haga una idea equivocada de lo que no somos.

Además, estoy completamente seguro de que las complicaciones son lo último que necesita en este momento. No soy ningún tonto y puedo ver el problema que tiene con la comida, las inseguridades sobre su apariencia y aunque ella no me lo diga abiertamente, necesita una ayuda que yo no puedo darle, pero eso no quita que me preocupe por ella porque quiero que sea realmente feliz.

Y conmigo no lo será, ella necesita vivir todas esas experiencias que yo ya no puedo darle, por eso es mejor que me haga a la idea de que Maia se irá en unas semanas y volveré a la misma rutina sedentaria en la cual he construido mi vida.

Con ese amargo pensamiento que oprime mi pecho sigo mi camino y me adentro en mi habitación donde tomo una larga ducha caliente e intento no pensar en la castaña que tiene mi cabeza hecha un lío, porque no hago otra cosa que pensar en ella y en las curvas de su cuerpo, en la forma en que rodea mi cintura con sus piernas y en cómo nos fundimos porque, por muy tonto que parezca, parece que nuestros cuerpos están hechos a la medida.

No puedo quitármela de la cabeza y tener el sabor de sus labios persistiendo en mi boca no hace más llevadera la situación.

Ya cambiado con un atuendo casual, salgo de casa sin avisar a nadie, en especial a ella, sobre todo porque no quiero verla y sentir cosas que no quiero, que no debo.

Me subo a mi auto y arranco el motor rumbo al hotel, donde paso todo el día saturado de trabajo y pendientes que no puedo retrasar y aunque me frustra también me ayuda a no pensar más en cosas que no pueden ser porque Maia no es la persona con la que voy a pasar el resto de mi vida, ella lo sabe, y yo también, pero eso no quita que cuando pienso en ella y la imagino viviendo las mismas cosas que nosotros con otra persona, mi pecho se aprieta con el dolor que emite mi corazón.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora