V E I E N T E

3.4K 178 14
                                    

No puedes huir del pasado

Maia

—¿Qué hay de malo conmigo? —le pregunté mientras contenía el llanto dentro de mi garganta, pese a que mis intentos por lograrlo se debilitaban con las miradas llenas de desprecio que me lanzaba—, ¿por qué has cambiado de actitud? ¿Qué he hecho?

Eso pareció avergonzarle porque ocultó su mirada y metió las manos en los bolsillos de sus desgastados vaqueros, impaciente y apretando de vez en cuando los dientes. Su mandíbula tintineaba y tenía los labios curvados en una línea recta, que conocía muy bien después de dos años a su lado, siempre hacía ese gesto cuando estaba irritado y la sola idea de enfadarlo me asustaba.

No quería que se enojara conmigo. No quería ser la razón de su ira. 

—Dime que sucede —mi voz era un patético chillido, él permaneció en silencio. No me miraba.

Desesperada por saber lo que ocurría entre nosotros, entreabrí los labios para decir algo más pero su voz me interrumpió antes de que pudiera formular una oración.

—Has cambiado. —espetó finalmente, usando una nota gélida que no albergaba ningún sentimiento—, no eres la misma.

Lo miré con una expresión de perplejidad incrustada en mi rostro. No entendía a qué se refería, no entendía porque estábamos teniendo esta conversación. No entendía lo que estaba pasando con nosotros.

Aún así, quise enmendar lo que sea que estuviese rompiéndose entre nosotros. Sin embargo, en ese momento no me di cuenta de que lo único que se estaba rompiendo era yo. 

—Eso no es cierto, sabes que sigo siendo la misma de antes —le dije, casi balbuceando porque las palabras parecían no querer salir de mi boca, me acerqué despacio a él; retrocedió cuando intenté tocarle la mano—, Chase, sigo siendo yo —no pude mas y solté un sollozo.

Mi actitud lo estaba poniendo de malas. Dejó escapar un gruñido de frustración, frunció el ceño y me miró como si fuese una completa ingenua.

—¡Es que no te has visto en un jodido espejo, Maia! No eres la misma chica de antes —su mirada cargada de exasperación me reparó de arriba a abajo y quise hacerme un ovillo para no sentirme tan expuesta ante él—, desde que abandonaste el ballet has cogido peso y me da vergüenza que me vean contigo. Tengo una reputación que mantener con el equipo y tú lo sabes muy bien.

Mi corazón dejó de latir por la crueldad que envolvían sus palabras al momento de hablar, jamás me había sentido tan avergonzada de mí misma, nunca antes había notado las libras de más que adornaban mi cuerpo, o quizás sí, pero nunca les di importancia porque creía que no la merecían y no fue hasta ese preciso momento cuando sentí un odio tan profundo y dañino y lo peor es que no iba dirigido a él. No lo odiaba en absoluto.

Apenada, levanté la mirada para encontrarme con sus ojos y no tardó mucho en que las lágrimas mojaran mis acaloradas mejillas, los dolorosos sollozos abandonaron mi garganta, dejando que me derrumbara como nunca antes lo había hecho.

Chase soltó una maldición antes de acercarse a mí y sostenerme del mentón. Su toque no era delicado y mucho menos cuidadoso. Y juzgando nuestra historia, nada con él lo había sido.

—¿Ya no te gusto? —repliqué. Aunque era más una afirmación y me dolió comprobarlo cuando no lo negó como esperaba que lo hiciera.

—No como antes —admitió con firmeza, no había ningún ápice de mentira en sus ojos azules—, tu figura ha cambiado desde hace unos meses y mis amigos han comenzado a burlarse de mí por tener una novia gorda. No es bien visto que el capitán del equipo salga con una chica como tú. Ya sabes, con kilos de más...

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora