V E I N T I D O S

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¿Puedes guardar un secreto?

Derek

Flexiono los brazos y empuño las manos por arriba de la encimera a la vez que tenso los músculos, tratando de no enloquecer con la perturbadora imagen que recopilan mis ojos cuando me concentro en ciertas personas. Observo fijamente al chico que se encuentra sentado en el sofá al lado de Maia y no hago más que maldecirme a mí mismo por no poder irme y dejarlos a solas.

Lo último que tengo que hacer es permanecer cerca de ellos porque quiero golpearlo por coquetear con ella tan descaradamente. O tan siquiera dirigirle la palabra.

Debí echarlos de mi casa desde hace horas pero estoy intentando hacer las paces con mi hija, las cosas entre nosotros todavía siguen muy tensas y quiero aliviar las asperezas, aunque ahora que lo pienso, estoy a nada de perder la cabeza.

Me estoy volviendo loco porque jamás preví lo que sería verla siendo cortejada por un chico de su edad. Alguien que está a su alcance, disponible, listo para cualquier compromiso que evidentemente yo no puedo darle. No soy hombre para ella y hacerme la idea de eso me cuesta demasiado.

Porque Emily no sólo invitó al idiota que tiene por novio, sino a todos sus amigos. ¡Si, a todos sus amigos! Tengo a al menos seis personas en mi casa.

Llevan alrededor de una hora y media, conversando y bromeando como cualquier adolescente de su edad. Mi hija ha incluido a Maia a su grupo de amigos y ella parece estar bien con ellos. No me dirige ninguna mirada y se mantiene firme, escuchando a todos como si en realidad le interesara. Tengo la sospecha de que no me están diciendo algo. Y a juzgar por el extraño comportamiento de mi hija, podría asegurarlo, ella no puede mantener algo oculto por mucho tiempo sin que se delate a sí misma.

—Amor, ¿no crees que tu padre debería darnos algo de privacidad? —le pregunta Evan a mi hija, encargándose de decirlo lo suficientemente fuerte para que pueda escucharlo desde donde estoy.

Emily arruga el entrecejo y se encoge de hombros, luce incómoda con lo que ha dicho y eso me pone de malas. Todos permanecen callados ante el comentario del idiota y me quedo en mi lugar, cerca de la isla de la cocina. No pienso moverme de mi lugar. No las dejaré solas cuando hay más hombres que mujeres. Confío en ellas pero nunca está de más prevenir lo que pueda suceder.

—¿Por qué debería irse? —la voz de Maia me sorprende, una sensación de calidez se acentúa en mi pecho—, es su casa y nosotros sus invitados.

El rostro de Evan se contrae en furia y la faceta de novio pacifista que intenta aparentar se cae en segundos.

—Si, tienes razón, es su casa y al menos nosotros no estamos de arrimados —increpa enojado, Maia abre los ojos de par en par, perpleja y avergonzada por lo que ha dicho—, sólo hemos venido a hacerle compañía a mi novia.

La sangre me hierve por su maldito comentario tan alejado de la realidad. Emily lo reprende, el enojo y la decepción por su actitud inapropiada brillando en sus ojos. Hago el amago de acercarme a ellos con la única intención de correrlo de mi casa por atreverse a hablarle de esa manera, pero me detengo cuando Maia se pone de pie, apretando los labios con enfado, y se dirige fuera de la sala de estar. Mis instintos me gritan que vaya tras ella, que la siga porque me necesita tanto como yo a ella.

El mismo chico que estaba sentado junto a ella hace apenas unos minutos, Allen, se me adelanta y la sigue sin ningún atisbo de duda. Juro que intento ignorar la rafaga de celos que me sube por la garganta, pero no puedo y mis pies se mueven solos, llevándome en esa dirección sin importarme los presentes.

Me escondo detrás de la puerta corrediza, asegurándome de estar lo suficientemente cerca para escuchar sus voces sin que me vean. Maia se encuentra sentada cerca de la piscina con los pies sumergidos en el agua. Allen emita lo que ella hace y toma asiento junto a ella haciendo que apriete la mandíbula con el nudo que se empieza a formar en mi garganta. Mierda.

Tormentoso Deseo (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora