42. La única palabra que se me venía a la mente era hogar

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OLIVIA


Kyle era gilipollas, y eso era lo único en lo que podía pensar mientras escuchaba Goodbyes de Post Malone. Cole la cantaba, tumbado a mi lado. Me encantaba el sonido de su voz y me había acostumbrado ya al tamaño de sus manos y a la manera en la que encajaban con las mías. Nuestros dedos estaban entrelazados y tenía la cabeza apoyada contra su hombro.

«Te quiero fuera de mi cabeza. Te quiero fuera de mi habitación esta noche», cantó.

Me giré hacia él y lo miré con una ceja enarcada.

—¿Es una indirecta?

—Ni de coña. Te quiero en mi cama cada noche. Desnuda, a ser posible. Pero no se puede conseguir todo en esta vida, ¿no?

—Eh... no.

—Pues eso —contestó antes de seguir cantando como si nada.

Yo solté un suspiro y volví a apoyarme contra él. Cole no tenía filtro. Decía lo que sentía sin importar las consecuencias. Lo soltaba todo. Y se quedaba tan tranquilo, como si sus palabras no provocaran en los demás efecto alguno. Pero el problema era que sí lo hacían. Me confundían y era... extraño.

Porque estaba enamorada de Kyle. Al menos, del que yo creía conocer. Pero con su reacción, con esa manera de huir y dejarme tirada cuando más lo necesitaba, me planteé si en algún momento había conocido al Kyle de verdad. Al real. O, peor todavía, si el real era ese. Si el real era igual de cobarde que... Dejé el pensamiento en el aire. Porque no. Mi padre no era un cobarde. Mi padre estaba... muerto. Me dio un escalofrío. Cole dejó de cantar y me miró con preocupación.

—¿Estás bien?

Negué con la cabeza.

—Estoy... hecha un lío.

—Lo siento. Siento que lo hayas descubierto todo así, que Kyle no esté aquí, que James... —Soltó un suspiro—. Lo siento.

—Tú estás aquí —le dije con un pequeña sonrisa.

Él envolvió mi cara y sus ojos de color castaño claro me miraron con bondad.

—Siempre —respondió antes de darme un beso en la frente.

Era todo tan confuso...

Y lo peor era que también sentía algo por Cole. Era absurdo seguir negándomelo. Siempre lo había sentido y, en aquel momento, cuando pensaba en él, la única palabra que se me venía a la mente era «hogar». Porque a su lado me sentía a salvo, y eso era lo que más necesitaba en aquel momento de mi vida. Y luego estaba el hecho de que con él todo estaba claro, con él no había peligro ni secretos ni mentiras. Con Cole, tenía la transparencia que había deseado toda mi vida. La que nunca había tenido.

—Te quiero —le dije.

—Yo también te quiero —contestó cerca de mi oído.

Luego siguió cantando, acariciándome el dorso de la mano. Ambos nos habíamos dado una ducha —cada uno en su correspondiente habitación— y ambos llevábamos ropa cómoda para dormir. Él, unos pantalones de chándal y una camiseta de Led Zeppelin, su segundo grupo favorito. Y yo, unas mallas negras y una de las tantísimas camisetas de Kyle. Como además de tonta era masoquista, había escogido una gris de Guns N' Roses para pensar todavía más en él.

—¿Puedo decirte algo sin que te cabrees? —me preguntó de repente.

—Claro.

—El estribillo de esta canción me recuerda un huevo a Kyle y a ti.

Seven Days ✔️ [Seven Days #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora