KYLE
Bajamos del coche en cuanto llegamos a The Last Symphony, la tienda de música en la que siempre compraba mis instrumentos. Olivia se detuvo frente a la marquesina, observando el cártel de la tienda.
—La «s» de «Symphony» es una clave de sol —dijo con una pequeña sonrisa—. ¿Cómo es que no conocía este sitio?
—Hay muchas cosas que no conoces, Olivia —respondí sin dejar de mirarla.
Extendí una de mis manos para agarrar el tirador de la puerta, la abrí y la dejé pasar a ella primero. En cuanto ambos estuvimos dentro, salió a atendernos Rosie, la propietaria de la tienda. Tenía unos cincuenta años, era baja, llevaba gafas de pasta blancas y seguía vistiendo con la misma ropa hortera de su época.
—¡Kyle, cielo! ¡Cuánto tiempo sin verte! —Me dio un abrazo al saludarme—. ¿Cómo está tu hermano? ¿Y tu padre?
—Los dos están bien. Gracias por preguntar.
Rosie me soltó, observándome de arriba abajo.
—Estás más delgado. ¿Es que no te dan de comer bien en las giras esas a las que vas?
Después de quejarse de mi falta de peso, algo común en ella —pues hasta lo hacía con mi hermano, quien era unos noventa kilos de puro músculo—, sus ojos se centraron en Olivia.
—¡Henry, mira! ¡Ha traído a la chica! —Rosie se giró hacia el mostrador, donde su marido estaba terminando de exponer unas púas de guitarra—. ¿Ves como no era mentira? ¡Nuestro Kyle tiene novia!
—Mujer, ¿quieres no avergonzar al muchacho? —le regañó su marido.
Rosie chasqueó la lengua y se acercó hasta Olivia, cogiéndola por los hombros y observándola con una sonrisa. Me di cuenta de que el contacto físico no era algo que le gustara demasiado a la chica del contrato.
—Qué guapa eres, cielo —le dijo Rosie con cariño. Me miró y me dio una palmada en el hombro—. Ya era hora de que te buscaras a una novia como Dios manda. Una buena chica. Eso es lo que necesitas.
—Lo que necesita es mano dura. —Henry cruzó el mostrador y se acercó hasta nosotros.
Caminaba despacio, puesto que era casi doce años más mayor que su mujer. Cuando llegó hasta a mí, me dio un abrazo.
—Me alegro de verte, chico. Hacía mucho que no te pasabas por aquí.
—Lo sé. Ya era hora de volver, ¿no?
Henry me dedicó una sonrisa y me apretó el hombro con afecto.
La primera vez que pisé The Last Symphony tenía seis años. Mis padres nos trajeron para que James escogiera su primera batería. A los trece años, a mi hermano mayor le dio el antojo de aprender a tocar la batería tras decidir que no tenía suficiente con el piano; y mi padre, que pensaba que James era el hijo perfecto, no tardó en cumplir sus deseos. Henry le ayudó a escogerla y yo mientras me di una vuelta por la tienda con mi madre. Si cerraba los ojos, casi podía sentir su mano en torno a la mía.
—¿No te gustaría aprender a tocar algún instrumento como tu hermano? —me preguntó.
Y sentí un nudo en la garganta al darme cuenta de que apenas lograba recordar cómo era su voz. Me detuve junto a un piano de color café oscuro. Mamá se sentó sobre la banqueta y se hizo a un lado para que me sentara yo con ella. Los pies no me llegaban al suelo. Puso las manos sobre las teclas y comenzó a tocar Can't help falling in love. La tienda era luminosa y varios rayos de luz se filtraban a través de los grandes ventanales. El pelo negro y corto de mi madre le rozaba la barbilla mientras movía levemente su cuerpo al interpretar una de sus canciones favoritas. Cerró los ojos y, de golpe, dejó de tocar. Un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas y no tardó en limpiárselas.
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Seven Days ✔️ [Seven Days #1]
RomanceKyle Donovan, el cantante de Seven Days, ha ido acumulando escándalos, malas decisiones y secretos. Olivia West, la chica que protagonizará su próximo videoclip, tiene muchas preguntas, deudas y problemas. La química entre ellos es indudable, pero t...