Seven Days ✔️ [Seven Days #1]

21. Esto nunca ha pasado, ¿entendido, Kyle Donovan?

KYLE

—¿Quieres ponerte un vestido? —le pregunté mientras arrancaba el coche.

Olivia arrugó la frente, luego cruzó una de sus piernas, doblándola y dejando la suela de sus zapatos sobre el asiento de mi Audi. Respiré hondo.

—¿Puedes sentarte bien, por favor? —le pedí con poca paciencia.

—Estoy bien sentada —se quejó ella.

—No, no lo estás. Me estás manchando el asiento con la suela del zapato.

—Uy, cuidado. Estoy profanando el Batmóvil de Kyle Donovan...

—¿El Batmóvil no era el Aston Martin? —le pregunté con aburrimiento.

Olivia puso los ojos en blanco.

—¿Quieres ponerte un vestido entonces o no?

—¿Me ves con pinta de que me gusten los vestidos?

—Llevas falda —apunté.

—Sí, la del uniforme, y porque no tengo más remedio.

Me froté la sien derecha con los dedos. Olivia me provocaba dolor de cabeza.

—Vale, pues no te pongas vestido. Vamos a casa, te pones una de tus espantosas camisas a cuadros y unos vaqueros. Como si quieres ir en sudadera.

—¿Es que al final vamos ir a cenar de verdad?

—Tenemos que cenar igualmente. ¿Qué más da hacerlo fuera?

—Pues que estamos a miércoles.

—Muy bien, Olivia. Me alegro de que te sepas los días de la semana.

—Kyle, eres gilipollas.

Apreté los labios, intentando no reírme. Me encantaba meterme con ella. Entraba al trapo con tanta facilidad que me resultaba hasta satisfactorio cabrearla. Viendo que se cruzaba de brazos como si fuera una niña pequeña, decidí ceder un poco.

—Venga, ¿qué problema hay con que hoy sea miércoles?

—Pues que mañana tengo clase y un examen.

—¿No has estudiado?

—No es eso, es que...

—Te vendrá bien desconectar un poco y divertirte. Tu madre tiene razón —traté de convencerla—. No será más de un par de horas. Cenamos y nos vamos a dormir. En mi habitación hay tele. Hasta puedes seguir viendo tu horripilante documental. ¿Qué dices?

Los brillantes ojos verdes de Olivia me miraron con fastidio.

—Tú sí que sabes vender un plan...

—¿A que sí? Si es que es imposible resistirse a mis encantos —bromeé sonriéndole con diversión.

Ella volvió a poner los ojos en blanco. Yo solté un suspiro.

—Me rindo contigo —murmuré.

Estábamos a punto de llegar a casa cuando, de golpe, empezó a sonar mi teléfono a través de los altavoces del coche. Esperé que fuera mi hermano, preguntando dónde narices estaba. Pero fue el nombre de «Howard Crain» el que apareció en la pantalla del Audi.

—Joder... —Miré a Olivia de soslayo—. No hables. Llevo puesto el manos libres.

Olivia asintió con la cabeza antes de que descolgara.

—Buenas tardes, señor Crain.

—¿Buenas tardes? —gruñó a modo de saludo—. ¿Te crees que con el contrato que firmasteis me estabais haciendo un favor, Donovan? Yo os estoy haciendo un favor a vosotros. A ti, por ser un puto imbécil que ha estado a punto de acabar con su propio grupo, y a esa niñata, porque no tiene dónde caerse muerta.